Este cuento se ha acabado sin protagonistas felices comiendo perdices. Podría también, con permiso de Vargas Llosa, haber titulado esta columna, La crónica de un fracaso anunciado, porque el anuncio ya lo hicimos algunos allá por enero cuando Rajoy desistió de la investidura tras conocer que el no de Sánchez y la distribución de carteras de Iglesias iban en serio. Casi cuatro meses de fuegos artificiales para nada. Una irresponsabilidad rotunda desatada por Sánchez, secundada por Rivera y finiquitada por Iglesias al convencerse definitivamente de que su propósito de entrar en el gobierno con acompañantes era rechazado. Iglesias no les ha engañado. Gobernar sobre la espalda de Sánchez era su primer objetivo y lo argumentó correctamente exhibiendo sus votos y sus escaños, sus poderes. Inviable el primer objetivo se plantea el segundo, superar en las elecciones a un PSOE con un liderazgo debilitado clamorosamente. Iglesias no sale malparado hacia el futuro porque habla claro, engaña con éxito y tiene la determinación que muchos nacionalistas esperan para hincar el diente al endemoniado nudo territorial. Reconozco, a mi pesar, que puede haber consolidado una izquierda no socialdemócrata, plural, muy osada, algo caótica pero acorde con los tiempos revueltos que vivimos en Europa y, por supuesto, en España. Véase lo que ocurre en Francia con un socialista en el mando y cómo Tsipras, pese a todo y más, acampa en la UE bajo el paraguas de Merkel y el BCE, y en Atenas recortando y enviando a sus antidisturbios contra sus antiguos enfervorizados partidarios. Cien vueltas le ha dado a Sánchez, ¡y sin perder el poder local adquirido gracias al apoyo de los socialistas! Un genio que en cuanto le sea rentable se irá moderando en forma y fondo. Sánchez ha perdido todo y solo le cabe esperar que sus sufridos votantes sigan apoyándole pese a todo, pero en retirada hacia otros partidos. Y lo malo es que el desconcierto continuará en el comité federal y en este PSOE al que los últimos dirigentes han radicalizado en extremo para nada. ¿Cómo pretende gobernar a la cuarta economía europea, a una sociedad abierta, plural y complicada marginando al partido que agrupa, pese a su caída, a más de siete millones de votantes como si fueran siete millones de franquistas?.

Rivera ha fracasado como mediador y además se ha distanciado de muchos de sus votantes, asustados por su apoyo activo a Sánchez y su rechazo rotundo e impertinente a Rajoy. Es corresponsable con Sánchez de la pérdida de tiempo. Se equivocó al pensar que lo primero en la negociación de un gobierno era un documento de propuestas, ignorando que lo principal y decisivo es negociar el poder, esto es, las carteras y la presidencia. Podría ser ingenuidad o ignorancia, pero también cinismo porque el mismo Rivera que descalifica a Rajoy no discute en absoluto la presidencia de Sánchez y finalmente, por boca de Girauta, pide también carteras. Negociar la formación de un gobierno no es negociar un programa de gobierno y es lo primero lo que condiciona lo segundo.

Rajoy ha seguido a lo suyo, a gobernar asuntos complejos de dentro y fuera. Resulta absurdo que el PSOE, Ciudadanos y opinadores del círculo de Aznar y del contra esto y aquello le culpen del fracaso. Es grotesco que Sánchez y Rivera desprecien al político más votado en diciembre y que lo será en junio según todos los sondeos. Y que quieran apartarlo de una negociación seria sobre la formación de gobierno, ese negocio en el que Rajoy tiene muchos más méritos que ambos. Se lo hará ver en la primera reunión que tengan si quieren evitar las elecciones.