Oigo una expresión, y me la apropio en este minuto pero con su mejor sentido: "Se tiró de la moto". Entiendo que hay que hacer una afirmación o juicio no vulgar, alegar algo que suene a machada, expresada a bote pronto, jugándote el físico o lo que se tercie, no en plan suicida ni para destrozar el medio, pero arriesgando el prestigio. Pues ahí va: constato actuaciones de jóvenes que me llenan de esperanza como para opinar que hay muchas fuerzas vivas aún en nuestra sociedad. Repaso cosas recientes. Tras muchas dificultades en varias naciones, sale adelante en nuestro país, con la aquiescencia de los taxistas, la plataforma Uber para facilitar el transporte urbano, cosa que me alegra. Me congratulo con el universitario que consigue, tras muchas negativas, una beca en USA para sus investigaciones. Guardo el recorte de prensa de primeros de marzo del estudiante de Caminos que elabora como proyecto de fin de carrera el ambicioso plan de crear seis líneas férreas para recuperar los trenes de cercanías en nuestra comarca. Por no hablar de las oleadas de jóvenes que se suman a colectivos (sean Jornadas de la Juventud, Mareas o plataformas por el estilo) de participación cívica o religiosa. Afortunadamente quedan fuerzas vivas