En la última entrevista de Rajoy con Jordi Évole se habló mucho, querida Laila, de corrupción. El presidente se esforzó en defender que la corrupción no era algo sistémico ni siquiera general sino puntual, parcial y que no afectaba a la mayoría de los políticos o de los empresarios, profesionales o ciudadanos en general siendo, eso sí, siempre rechazable y perseguible. Esta defensa del Presidente chocaba una y otra vez con la realidad que el entrevistador le iba poniendo delante y a Rajoy no le quedó otra que limitarse a repetir una y otra vez la misma argumentación hasta el cansancio. Cuando se le pusieron delante los múltiples casos que afectaban al PP, reiteró que, en el caso de su partido, era lo mismo y que en su caso personal solo debería asumir responsabilidades políticas si le tocara a él mismo o a los que él directamente había nombrado. Pues bien, ese momento ha llegado con la esperpéntica actuación del ministro Soria, evidentemente contaminado y manchado en la cloaca de los paraísos fiscales y, más evidentemente aún, nombrado ministro por Mariano Rajoy. Ya no se trata de esos letales apoyos o alabanzas de Rajoy a sus incondicionales, amigos o subalternos como el "se fuerte", "te quiero, coño, te quiero", "yo quiero un Gobierno en España como el de Jaume Matas" o "Rita tú eres la mejor". No, ahora es un nombramiento directo con la consecuente responsabilidad política in eligendo, sobre todo, cuando en esas formas que tanto se cuidan, Rajoy no ejerce su responsabilidad destituyendo o cesando a su ministro, sino que es este quien "generosamente" dimite. ¿Cómo se va a substanciar y concretar ahora la evidente y confesada responsabilidad política del Presidente?

Hagamos, querida, por un momento política-ficción, que siempre podremos soñar como más estimulante que la otra, para nuestro alivio. Imagínate que Mariano Rajoy se carga de honorable dignidad, arrostra la situación de modo inusualmente activo y decide comparecer por propia iniciativa ante el Congreso de los Diputados para dar explicaciones y asumir responsabilidades. Convendrás conmigo que tal decisión rozaría ya los límites de la imaginación de cualquiera. Pero tú sé fuerte y sigue soñando. El Presidente se dirige a la Cámara y, tras un alegato contra la corrupción y un canto a la imperiosa necesidad de asumir siempre la responsabilidad política, asume la suya y, aun cumpliendo con su obligación de continuar en funciones como Jefe del Gobierno hasta la investidura, comunica su renuncia como candidato a la Presidencia del Gobierno señalando ya a su sustituto o sustituta y aclara que, en el caso de nuevas elecciones, él no se presentará, retirándose de la vida política activa. ¿Te imaginas semejante cosa?

Imagínate ahora algunas consecuencias: Posiblemente estaríamos ante el golpe más contundente dado nunca aquí a la corrupción de los políticos, sentando un valioso precedente; seguramente supondría la base más segura y eficaz para emprender con éxito la regeneración del PP, tan necesitado de parar la gangrena que lo está corroyendo; aún con el escaso tiempo que queda, se abriría la posibilidad de alcanzar incluso la gran coalición que se propone desde el partido de la derecha, que no todo iba a ser positivo; y Mariano Rajoy concluiría con dignidad su ya larga carrera política. Pero ya sabes, querida, "que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son".

Volviendo, pues, a la cruda realidad, constataremos que no se cumplirá el sueño, entre otras muchas razones y causas, porque la corrupción, que se descubre y destapa de abajo arriba, siempre se genera y trama de arriba abajo con lo que, si estás en la cúpula, querida, acabas siendo parte.

Un beso.

Andrés