Lo único que distingue la precampaña de la campaña electoral, querida Laila, es que en ésta los partidos pueden pedir directamente el voto. Lo demás es exactamente igual. Se explican programas o no, se besan niños y señoras, se hacen mítines y actos electorales y se manejan igualmente las noticias, las hipérboles, las mentiras, los chascarrillos y las filtraciones con la misma carencia de pudor que de rigor. En las actuales precampaña y campaña lo único que ha cambiado entre los contendientes es la alianza entre Podemos e IU que, seguramente, alterará lo suyo el resultado más previsible. Este hecho político hizo girar notablemente las estrategias de los distintos partidos que, a mi juicio, evolucionaron así: en primer lugar, se pasó del "todos contra el PP y Mariano Rajoy", responsables políticos del deterioro social, de la corrupción política, y de la nominal recuperación económica que no llega a los perjudicados por la crisis, al "todos contra la alianza Podemos-IU" porque viene el lobo, hará el abrazo del oso al PSOE y romperá el modelo bipartidista que tanto cundió a tantos durante tantos años. En segundo lugar y ante la imposibilidad de criticar o analizar la gestión de quien nunca tuvo esa responsabilidad, se pasó de hablar de los asuntos reales que ocupan y preocupan a la mayoría de los ciudadanos como el empleo, los salarios, la precariedad, los recortes en los servicios sociales básicos o las libertades públicas, a proyectar sobre el nuevo adversario de todos la imagen de un gran peligro ideológico de diabólicas, ocultas y desastrosas consecuencias, llegando al absurdo de meter la dramática situación de Venezuela en campaña. En ello participan el PP, desde hace tiempo, Ciudadanos, que recoge con entusiasmo semejante testigo, buscando siempre la gran coalición, y el propio PSOE, que no sabe cómo librarse de que le regeneren desde fuera su maltrecha socialdemocracia, que eso y no otra cosa están proponiendo en realidad Podemos-IU. Esta coalición se está convirtiendo así en el centro de la campaña electoral con lo que puede recoger los votos de los que rechazan al PP, a Rajoy y a sus políticas neoliberales, de los que han visto el plumero de Ciudadanos y abominan de una gran coalición que consolidaría por otro largo tiempo el modelo bipartidista y su deriva de corrupción masiva y de aquellos socialistas que están comprobando que, desde dentro del partido, no se puede recuperar ya el proyecto socialdemócrata y necesitan de la izquierda democrática para que les eche un cabo. Puede decirse por tanto que, hasta ahora, lo que hay, más que una campaña electoral, en la que se exponen y critican programas, es una puesta en escena surrealista de los vicios, los miedos y los turbios intereses que carcomen a nuestra clase política.

Sin embargo, querida, la política fiscal electoralista del PP, entre otras nefastas decisiones, ha colocado al país en una situación muy complicada: no se cumplió con la reducción del déficit a pesar de los drásticos recortes sociales, se ha disparado la deuda y Bruselas anuncia ya nuevas austeridades y recortes que llegarán a más de 10.000 millones de euros en el próximo periodo. Sería necesario, pues, que los partidos, sin exclusión alguna, nos contasen en campaña qué harán concretamente para afrontar esta situación. Sobre todo debe hacerlo la coalición Podemos-IU porque el PSOE ya sabemos que está sin proyecto y del PP sabemos lo que hará porque ya lo hizo: incumplir cualquier promesa electoral "porque no hay más remedio y es lo sensato". Aunque solo se dedicasen a explicar todo esto con precisión y rigor puedes estar segura, querida, que entonces la campaña sería útil y, por útil, barata.

Un beso.

Andrés