Algunos recordarán el último intento de alcanzar el Pacto por la Educación, era el curso 2009/10, Ángel Gabilondo era el ministro del ramo y Zapatero, el presidente. Por diferentes razones la negociación de aquel acuerdo fallido me pilló cerca de algunos actores con responsabilidad y poder, en principio, para llegar a acuerdos. Entre noviembre de 2009 y marzo de 2010 hubo no menos de diez reuniones oficiales entre los negociadores socialitas, Mario Bedera al frente, y los populares con Juan Antonio Gómez Trinidad.

Todas las fuentes bien informadas citan la última reunión, una discreta comida en el café de Oriente en Madrid en la que socialistas y populares alcanzaron una entente en la que ni la educación para ciudadanía ni la religión suponían mayor obstáculo para el pacto, el PP no hacía batalla de esos temas, y se constataban acuerdos sobre FP, programas de cualificación profesional inicial, evaluaciones, 4º de la ESO? Pero al fin, fue Génova, fue la señora Cospedal, entonces plenipotenciaria y ascendente, la que pone el veto a los acuerdos a los que habían llegado sus compañeros. Por el camino se quedaba más de un año de acuerdos con sindicatos, patronales de la privada, asociaciones de madres y padres, en fin, la Comunidad Educativa, que tenía esperanza e ilusión para que se materializase en forma de ley y para largo.

Gabilondo decidió que si los acuerdos eran buenos para nuestra educación, aunque el PP se negara a firmarlos, había que incorporarlos al sistema educativo; era tarde para llevar a la Cámara un proyecto de ley de reforma de la LOCE, en la tramitación de la Ley de Economía Sostenible se introdujeron modificaciones producto del acuerdo no firmado: 4º de la ESO, PCPI y se promulgó un RD de reforma de la FP; pero todo se derogó en cuanto el PP ganó las elecciones.

Desde Wert ya no se ha vuelto a hablar de pactos educativos hasta la pasada campaña electoral y la presente; su heredero, Méndez de Vigo, ha vuelto a mentarlos, pero está quedando claro que la única forma que tiene de entenderlos se llama LOMCE, la ley más intransigente de la historia de nuestro sistema educativo.

Pero su jefe, Rajoy, ha dado un paso al frente en Valencia, comunidad en la que sus mandados dejaron la escuela pública en los barracones; aún no sé cómo se atreve después de todo lo que han contado, o no, sus amigos del alma. El nuevo gobierno autonómico ha puesto en marcha nuevas construcciones y plantillas para rehacer lo de todos y tal política ha supuesto el cierre de pocas aulas concertadas innecesarias, las sotanas han salido a las calles y raudo acudió don Mariano a socorrerlas defendiendo los privilegios de los de siempre disfrazados de libertades, cuando los derechos de la mayoría no están aún recuperados con calidad después de sus recortes y privatizaciones.