Es un auténtico chollo. Te coges a unos amigos, ocupas una propiedad privada o pública, da igual, y ahí montas tu tribu libre de impuestos y, hoy por hoy, hasta con reconocimiento social. En el momento de la ocupación eres un joven moderno, integrado y protegido por las administraciones. Solo así se explica que alcaldes como el de Barcelona paguen la renta a escondidas, eso sí, para no dañar la sensibilidad del ocupa. O aún mejor la actual alcaldesa intentó incluso comprar una propiedad privada para que los Sres. ocupas pudieran disfrutar no solo del uso sino también de la propiedad. Pero es que además, si ocupas bien, y el local ocupado cuenta con luz y agua a costa del propietario legítimo, no te la podrán cortar porque atentaría contra los derechos de los Señores ocupadores. Por si todo ello fuera poco los políticos modernos y emergentes ya se están preocupando porque los ocupas tengan un sueldo mensual. Le llaman renta social, pero fíjate sus ventajas: no pagas a Hacienda ni por Patrimonio ni por Renta, la sanidad universal y gratuita te garantiza tu salubridad y como premio final, teniendo en cuenta todos los méritos ya mencionados, recibirás el título de joven solidario y marginado y todo ello a cuenta de los insolidarios que pagamos nuestros impuestos. Qué lejos quedan los tiempos en que los padres aspirábamos a que nuestros hijos fueran ingenieros, médicos, abogados, etc.etc. Créanme de verdad que cuando escribo estas letras es hora temprana y no estoy afectado por el consumo de ninguna sustancia toxica. Es un mero retrato de la realidad que viene a cuento porque en estos días los españoles insolidarios que pagamos nuestros impuestos hemos de ingresar en las arcas públicas los dineros con los que las administraciones sufragan estas alegrías. Por supuesto mientras nos dirigimos a la entidad bancaria para abonar nuestra liquidación con el Fisco hemos de ir sorteando por la calle a esos establecimientos ilegales y libres de impuestos que se llaman manteros. Ellos venden copias de productos de marca sin IVA, y sin control fiscal alguno. Para mayor dolor, alguno de estos puestos ilegales, se establecen justo delante del escaparate del comerciante que, este sí, paga su IVA, paga su renta, paga su IRPF, paga su IBI y ya de paso la Seguridad Social de los trabajadores que tiene a su cargo. Este comerciante, de los pocos que quedan, tendrá incluso que pagar por borrar las pintadas que los solidarios ocupas hacen sobre los cristales de su fachada insultándole por mantener su negocio abierto creando riqueza y dando trabajo.

¿De verdad alguien cree que estamos construyendo de esta manera un futuro para nuestros hijos? ¿Cómo es posible que tengamos la esperanza de que nuestros jóvenes tomen el relevo para construir una sociedad más justa? Más allá de mi enorme enfado y de la ironía del título de este artículo pretendo, con esta reflexión, golpear las conciencias de nuestros gobernantes y advertirles de que la muy mermada clase media estamos cansados de ver cómo los grandes no pagan impuestos y todo el coste de la malentendida solidaridad carga de peso nuestra mochila y nos lleva al hartazgo y la desesperanza. Y si lo dicho es grave quiero incidir en el viejo aserto popular: "de aquellos polvos, estos lodos", porque dentro de unos años, pocos me temo, tendremos generaciones de jóvenes educadas en la ocupación y el subsidio y para entonces es muy posible que los contribuyentes de hoy nos veamos empobrecidos y por lo tanto no podamos contribuir a mantener este injusto concepto de solidaridad. Pero no todo va a ser malo. Cuando se aniquile al último superviviente de esta llamada clase media seremos pobres pero podremos pasar a la categoría de ocupas, de libres de impuestos y de solidarios a cuenta de otros. El único problema es que para entonces queden esos otros, los insolidarios, los que trabajan, los que pagan impuestos, los que invierten en la formación de sus hijos, en definitiva los auténticos parias de esta sociedad que estamos montando.