Hace pocos días una amiga con importantes responsabilidades en la gestión educativa de una comunidad sin gobierno del PP me comentaba que, como en todos los lugares en estos días, la elección de centro y matriculación de niños y niñas de tres años puede traer roces y enfados con la administración; pero observen estos casos.

Unos padres que no están del todo contentos porque su niña de 3 años va a ir a un centro concertado -elegido en segunda opción- con un gravísimo problema en su proyecto educativo, el que se supone valoran los padres y madres para hacer su opción; no es su confesión religiosa, no son sus servicios de comedor o transporte, no son sus actividades extraescolares, el problema es que en ese centro los niños y las niñas no usan uniforme. Eso les supone un enorme problema familiar, porque los padres han de enfrentarse a la "lucha diaria" para decidir con la niña de 3 años qué ropa habrán de ponerle cada día, ya que la niña no se quiere poner lo que le dicen; esa es la razón de la reclamación, pellízquense que no están soñando. Muchos centros públicos quieren conseguir que la ropa deportiva sea uniforme y no lo consiguen, porque hay muchas familias que no llegan a poder pagar el desayuno y el chándal, necesitan ayuda pública.

Otro ejemplo curioso en la misma comunidad, la administración ha rebajado el número de alumnos por aula en Primaria de 30 a 25 en todos los centros para recuperar calidad en la enseñanza, varios padres que se han quedado fuera del único centro concertado solicitado, donde se han admitido 25, sus retoños se han quedado en el puesto 28 o 29. No entienden la reflexión que la administración les hace, que no se quedarán sin escolarizar en un centro próximo, el segundo que hubieran elegido; pero seguramente no tuviese el mismo pedigrí que el anterior, les da igual que en el aula de sus pequeños la ratio haya bajado de 30 a 25... Como si oyeran llover. Les da igual que haya 30, 40 o 58, lo que importa es presumir de colegio.

Con este panorama nada infrecuente, los populares siguen minando el terreno para impedir el pacto educativo, en principio fue encargándole el año pasado al profesor José Antonio Marina el Libro Blanco de la función docente, fue escrito sin consensos ni consultas, causó cierta alarma en un principio; pero creo que ha pasado a mejor vida.

Recientemente el gobierno se parapetó tras la cátedra de la Universidad A. de Nebrija-Banco de Santander, cuyo responsable es el mismo J.A. Marina, para que redactase, arrogándose la representación de toda la comunidad educativa, una hoja de ruta para llegar a un pacto en seis meses después del 26-J, toda una osadía, a toro pasado convoca a los sectores implicados y acuden el MEC, Ciudadanos, un par de sindicatos amarillos y todas las patronales religiosas.

La mayoría social de la comunidad educativa, integrada en el Foro de Sevilla, sigue siendo ignorada. Pasen, vean lo que pasa en Francia y no nos cuentan, decidan.