Escribo sin saber el desenlace del cónclave socialista de hoy pero, como muchos de ustedes, habiendo leído casi todas las opiniones de sus componentes y otras de ilustres académicos que pintan a Rajoy decimonónico y capo del caciquismo, perdiendo el tiempo y fumando un puro cuando no atribuyéndole un déficit de dignitas. ¿Cómo pudieron votarle ocho millones de bobos miedosos? No sé qué decidirán el cónclave y su secretario general pero no parece que vayan a hacer lo que es de cajón. Pedir cuentas del doble fracaso electoral a Sánchez y presentar este su dimisión irrevocable, como ha hecho Cameron e hicieron Almunia y, con retraso, Rubalcaba. Rasgándose las vestiduras les parecerá a los socialistas un disparate esto de quedar descabezados en estos momentos pero si su partido no es capaz de crear una comisión que negocie la posición del PSOE ante la investidura, en una dirección o en otra, es que anda muy mal de reflejos y de efectivos. No harán nada de esto y Sánchez reiterará, con el respaldo del cónclave, que no a Rajoy en la primera votación. Un no que adornan con aquello de que Rajoy debe buscar el apoyo de otros afines ideológicos como C's y los nacionalistas vascos y catalanes. Esto es, que Rajoy busque el apoyo o la abstención de quien lo vetaba hace semanas, del PNV que reclama sobre una cuestión muy sensible que requiere el acuerdo del PSOE y de los independentistas catalanes que pedirían a Rajoy lo que no les puede dar pero sí les daría Iceta. En esas condiciones el no en la primera votación está cantado. Y en la segunda también si el PSOE no se abstiene. Un préstamo reducido de abstencionistas o una reducida indisciplina de voto permitiría la investidura en falso de un presidente que, sólo con sus diputados, se vería abocado a dejar de serlo pronto. Algo que podría evitar C's si decide apoyar de verdad a Rajoy incorporándose al gobierno o garantizando un pacto de legislatura.

En momentos tan cruciales Felipe González rechaza la gran coalición pero sin dar razones. Aconsejan él y los barones socialistas la abstención del PSOE pero poniéndole a Rajoy la penitencia de gobernar con el programa de quien ha perdido con 85 escaños y renuncie al suyo por ganar con 137. De broma. Teme González si hubiera coalición que Iglesias quede como jefe absoluto de la oposición, pero no explica el tipo de oposición que se vería obligado a hacer su partido para desmarcarse de Podemos, cinco millones de votos a solo cuatrocientos mil del PSOE, en el espacio de la izquierda. El PSOE que ha bajado a 85 escaños es el que se asocia sin problemas con cualquier nacionalismo, el que ha aupado a Podemos en muchos ayuntamientos, el que flirtea en Cataluña con el derecho a decidir, el que propone una reforma constitucional difusa y confusa, el que se ha desentendido de las directrices económicas de Bruselas y el que jugó con Rubalcaba a ponerse al frente de todas las protestas. Pues bien, si continúa en esa clase de oposición le ganará Iglesias y seguirá perdiendo votos. Para eso es más coherente que Sánchez acuerde un gobierno con Iglesias y busque el visto bueno de los nacionalistas que siempre le será más fácil lograrlo que a Rajoy. Si el PSOE no quiere gobernar con el PP, ni abstenerse lealmente con un apoyo de legislatura condicionado pero sin imposiciones porque ha perdido las elecciones, debe intentar formar gobierno con Iglesias y lograrlo. Si no, será otra vez responsable de repetir las elecciones en diciembre.