Quiero contarte algo: el grupo musical Jarcha puso letra a una canción que fue la banda sonora de la transición, o sea al tránsito de la dictadura a la democracia. Dejábamos atrás una época y nos enfrentábamos al futuro cargados de ilusión en construir una España en paz y libertad. La canción empezaba así: "Dicen los viejos que en este país hubo una guerra y hay dos Españas que guardan aún el rencor de viejas deudas?" Así era y con el esfuerzo del pueblo español se superó con éxito esa transición no exenta de grandes gestos de políticos de gran nivel que supieron renunciar a viejas deudas en beneficio del bien común y pusieron su talento y su categoría de hombres de Estado, hasta conseguir la redacción de la Constitución de 1978 que nos ha procurado la etapa más larga de paz y libertad de la Historia de España. Eran políticos de todos los colores con enormes diferencias ideológicas donde convivían personas como Manuel Fraga, exministro del régimen anterior o Santiago Carrillo, líder del Partido Comunista, entre otros. La política era entonces una tarea noble y al servicio de España y de sus ciudadanos. Tenían muy claro lo que era importante y sus grandes objetivos eran comunes. El resultado fue el apoyo masivo en referéndum del pueblo español al texto constitucional. Empezaba una época nueva con un régimen democrático consagrado en la Constitución que convertía a nuestro país en un Estado social, democrático y de Derecho. Pasaron los años y aquella política noble y de servicio a los intereses generales del Estado se fue viendo salpicada por el resurgimiento de viejos odios alimentados por sectores políticos que buscaban réditos electorales en la confrontación y en la irresponsable reconstrucción de las dos Españas. Mucho me temo que el resultado de aquellas posiciones miserables que pretendieron y aún hoy pretenden romper aquel espíritu de paz y libertad que supuso la Constitución, ha calado en determinados sectores y lo que es peor ha llegado a muchos de vosotros, queridos jóvenes, en forma de rencores impostados. Han pasado 77 años desde que acabó la guerra civil española y más de 40 años del fallecimiento del general Franco. Hace unos días en un programa de TV pudimos ver a dos jóvenes de apenas 20 años discutiendo acaloradamente sobre aquella triste contienda. Lo hacían como supuestos portadores de los dos bandos enfrentados, rojos y azules, con una actitud que rozaba la violencia. No daba crédito, más de 40 años de democracia se evaporaban en un enfrentamiento extemporáneo y absurdo. Dos jóvenes discutían no sobre el presente ni sobre el futuro sino sobre un pasado que solo debe formar parte de los libros de Historia y de la memoria colectiva como ejemplo de aquello que nunca más debe repetirse. Los jóvenes de los años 50, 60 y sucesivos fuimos educados en la austeridad y un palo y una rueda eran un juguete al que no se podía renunciar. Por eso seguramente a nuestros hijos os hemos dado todo aquello que nosotros nunca pudimos tener. Es posible que nos hayamos pasado y que os hiciéramos la vida excesivamente fácil a costa de nuestro esfuerzo y nuestras renuncias. Pienso que quisimos reflejar en vosotros la superación de nuestras carencias. Posiblemente un error por falta de medida. Esas facilidades que os dimos han podido contribuir a una interpretación errónea de vuestros valores, desdibujando la cultura del esfuerzo y el valor del talento y poniendo en su lugar mediocres valores como la comodidad y la ausencia de responsabilidad. La situación empeora cuando en lugar de aquellos políticos talentosos de los que os hablaba al principio, han aparecido otros que han hecho de la política su profesión, su forma de medrar social y económicamente, para estos no hay límites y sus torticeros intereses se anteponen a los generales. La transición fue una gran obra y es un patrimonio de todos vosotros. Defendedlo, creed en la política como una causa noble. Tomad el relevo con fuerza e ilusión renovada por qué sois la última esperanza de un país que hoy, más que nunca, quiere seguir viviendo en paz y libertad. No dejéis que os impongan rencores, no compréis viejos discursos, imponed vuestra fuerza, vuestra ilusión, vuestro talento porque lo que está en juego es vuestro futuro.