Como en las sevillanas, ya vamos por la tercera en esto de la formación de gobierno, y cada día parece más probable que tengamos las terceras elecciones generales para el próximo mes de septiembre, el mes de los malos estudiantes que, si vuelve a haber comicios para Cortes, pasará a ser el de los políticos, el de los malos políticos, que nos ha tocado sufrir.

Al personal de a pie, ya hasta la boina de tanto chalaneo de feria, le empieza a dejar de preocupar si se constituye o no gobierno. Lo que le preocupa son las consecuencias que el largo mercadeo iniciado en diciembre pueda traer: los pensionistas y funcionarios se quedarán sin los aumentos del 0,25 y del 1%, respectivamente, pues sin gobierno no hay presupuesto, y con la prórroga del vigente no se puede subir ni una perra. El consumo se reducirá cada vez más en todos los órdenes y estamentos; hasta los chinos tendrán que echar el cierre; los inversores extranjeros ahuecarán el ala, mejor dicho continuarán largándose ante la inseguridad política y la incompetencia de lo gobiernos de grandes ciudades. Hasta los ingleses, por aquello del Brexit, se pasarán al agua mineral, y eso si es que vienen, lo cual tiene la ventaja de que habrá menos fallecidos en Magalluf, pues descenderá la práctica del balconing, deporte al que deberían dedicarse los políticos feriantes trayendo como artista invitado a Maduro, claro que el chavista/bolivariano seguro que volaría de maravilla como el pajarico que se le aparece de vez en cuando.

Y si vienen las terceras elecciones, que para mayor divertimento coincidirían con las autonómicas, podrían venir también las cuartas, completando así las coplas que componen las modernas sevillanas y luego seguir hasta las siete antiguas... Lo mejor va a ser que lo echen a suertes, y al que Dios se la dé San Pedro se la bendiga, claro que éste que tiene malas pulgas, igual le corta la oreja a alguno, para escándalo de los animalistas, los cuales amén de por los toros también velan por los jumentos.