Aunque servidor, descreído de cualquier fe, nunca llegó a comprobar la veracidad del dicho original, parece que estoy reconduciendo mis cuitas después de haber visto y escuchado a Rajoy tras su reunión con el jefe del Estado. No sé si será cierto, pero cuentan que empresas de venta online están ampliando negocio y mercado, ahora venden también píldoras de "ego concentrado" y parece que el presidente en funciones el jueves pasado tenía una sobredosis del tal complejo vitamínico, complemento alimenticio o sustancia desinhibidora comprada sin receta y en canales comerciales poco ortodoxos para esas mercancías.

Así pues, parecía que el señor Rajoy descendía al mundo mortal ungido de gracia y poderes divinos, quizá inspirados por el ambiente que se respiraba en Zarzuela, donde los efluvios de la gracia de los dioses parecen abundar, como en el palacio de Oriente o en el Escorial. Pero sí, parecía cierto que había respirado demasiados vapores de la ambrosía de los dioses griegos y en su arranque estaba desbocado, fuera de control.

Quien no quiera verlo en ese momento como una deidad reencarnada, al menos coincidirá conmigo que sí aparece en escena como un buen sheriff entrando en el salón del pueblo a pecho descubierto ante los malhechores, dispuesto a deshacerse de ellos.

Su intervención estuvo plagada de tópicos electorales, continuando con las amenazas del castigo divino y las siete plagas, culpando a sus colegas de escaño de pensar distinto, ¡tremenda alevosía! ¡Cómo van a osar no rendir pleitesía al dios que nos ha guiado al borde del precipicio! El castigo podría ser incalculable, en términos de paro, deuda, crecimiento? todas las cifras se desmoronarían para volver a ser Sodoma y Gomorra.

El tono de superioridad, no podemos decir chulería, porque desde Zeus los dioses no son chulos, de aquel ego omnipresente tiene un punto de inflexión cuando una periodista le pregunta algo así como que para cuándo calcula que pueda celebrarse la sesión de investidura; que se le preguntara por esa fecha solo era cuestión de tiempo; los más diablos dicen que las piernas temblaron, no lo sé; pero algún palo del palio sí se cayó y no le quedó más remedio que echar mano del gracejo del país y de sus famosos lapsus, pleonasmos, juegos de palabras, para no decir absolutamente nada de lo que tenía que decir, que sus diputados no le llegan, pero que él no mendigará; a partir de ahí las personas verbales ya cambian, se acaba el ego y llega el nosotros, a partir de ese momento los méritos siguen siendo suyos, pero las tareas son colectivas, puesto que hay posibilidad de fracaso.

De todas formas, creo que sí deja bastante claro que los primeros que madruguen para acercarse a la sombra protectora del dios de cielo y tierra, no quedarán sin recompensa y todo el mundo sabe que con sus divinos poderes puede conceder derechos, sobres, canonjías, dividendos? off the record, que ya ha aprendido mucho estos años.