Vuelve el fútbol a los estadios españoles con varias incógnitas: seguimos sin conocer la cuantía real del fichaje de Neymar, y no sabemos, tampoco, el papel reservado a Del Bosque en el entramado federativo que preside desde muy antiguo Ángel Villar. El marqués-seleccionador confiamos en que se lleve con él la costumbre de hacer del equipo nacional una especie de macedonia, siempre con las mismas frutas, más de una perecedera. Se va Del Bosque, con el marchamo de "bueno oficial", cuyo ego tuvo el protagonismo del disimulo. Vuelven, asimismo, los sacrificados microfonistas, enviados especiales, subalternos encargados de ponerle la alcachofa al futbolista de turno para que lo entrevisten desde la emisora central. Vuelve la transversalidad en los medios deportivos, que suenan como un orfeón porque utilizan la misma partitura de la misma factoría. Así, por ejemplo, podemos contemplar las mismas caras en distintos canales. Vuelven los analistas militantes, que alternan sus comentarios con elementos extraperiodísticos, nocivos para la calidad y la información. El léxico analítico, falto de rigor, resta credibilidad y competencia. Se puede aprender a manejar el lenguaje, lo que no se puede aprender es a tener algo que decir. Y vuelve el fútbol a Riazor, vuelve el deportivismo, la pasión coruñesa que en nuestro estadio establece una relación de acompañamiento y amistad. Recuperada su credibilidad social, el R.C. Deportivo está alejado de caer en las manos de cualquier truchimán ocasional. Se acabaron los discursos oscurantistas y los gestores nocherniegos profesionales: ha vuelto la puntualidad salarial y contable. Todo a la luz del día, con la claridad que corresponde a las gestiones diáfanas.

Otrosidigo

Vuelven los escenarios deportivos figuras populares relatadas por sus alias ya familiarizados: El cholo Simeone, El mono Burgos, El toto Berizzo, El Tucu Hernández, El niño, La pulga, Chelito Fernández, etc. Epitomes de un compendio o prontuario. Un ruego: Don Tino, con magnanimidad coruñesa, ponga fin al caso Luisinho. Don Tino, atine. La ejemplaridad exagerada nunca da buenos réditos. El Deportivo y el jugador lo necesitan.