La proeza del Solar Impulse 2, el avión tripulado que por etapas ha completado la circunvalación al globo impulsado únicamente por energía solar, no sólo ha dado informativamente, valga la redundancia, la vuelta al mundo sino que ha confirmado algo que se sabía pero que ahora se ha ratificado: que el sol es una fuente energética inagotable. Su aprovechamiento y aplicación a la vida actual va como subiendo escalones, desde lo más andadero que sería su efecto calorífico en viviendas e instalaciones, hasta convertirse en una poderosa fuente productora de electricidad. Por ahí van los tiros porque lo eléctrico, por su limpieza y accesibilidad, lleva las de ganar. Lo de aviones comerciales movidos por electricidad va para más largo. Pero los Tesla, coches al formato americano exclusivamente eléctricos, abundan en California; más conocidos por aquí son los híbridos que incorporan motores eléctricos de corta autonomía completada con motores de combustión. La batalla tecnológica ahora está en el campo de las baterías para que almacenen cuanta más electricidad mejor, pero sin que sean una rémora por su peso y envergadura. Ya se habla de baterías de grafeno para coches, con autonomías de 1.000 kilómetros recargables en cuestión de pocos minutos. Aún hay que esperar, pero los disfrutaremos.