LA OPINIÓN publica hoy un extenso informe basado en las valoraciones de cualificados técnicos sobre los retos de tráfico, transporte y movilidad que la ciudad de A Coruña y al área metropolitana deberán afrontar en los inmediatos años venideros, una de las grandes asignaturas pendientes para mejorar la calidad de vida de los coruñeses.

Sobre la mesa hay en este momento cuatro grandes cuestiones a debate: la reforma de la vía de acceso a la ciudad a través de la avenida Alfonso Molina, el carril bici, el encaje del transporte colectivo metropolitano con el urbano y la estación intermodal de San Cristóbal.

Este periódico ha constatado el consenso que existe entre los expertos sobre dos de estos asuntos, el carril bici y la humanización de Alfonso Molina.

No hay en este momento ciudad que se precie que no se haya dotado de carriles para el uso de las bicicletas, tanto de vías de acceso al centro urbano, como de una red completa para circular en la urbe. Se trata de una tendencia creciente que en Galicia, sin embargo, lleva un cierto atraso con respecto a los estándares españoles y europeos por el enorme arraigo de la cultura del coche a causa de la dispersión poblacional.

Los técnicos valoran que el carril bici no sólo es una herramienta urbanística que retrae el uso del vehículo privado como elemento básico del transporte, sino que además se incardina con una función deportiva y de disfrute que va a crecer muchísimo en los próximos años.

Igualmente valoran la oportunidad de incorporar carriles bici y sendas peatonales en el proyecto de reforma del acceso a la ciudad por Lavedra, que permitirán humanizar y mejorar el entorno de las populosas barriadas existentes en los márgenes de la avenida de Alfonso Molina. Coinciden en que se va a ver una entrada a la ciudad completamente distinta y más atractiva.

La mayor parte de los expertos consultados se oponen por el contrario al plan anunciado por la Xunta para que los autobuses procedentes de la comarca entren en la ciudad. La Xunta pretende comenzar este mismo año el plan para que todos los autobuses del área metropolitana tengan, progresivamente, paradas en la ciudad. Para ello, la Consellería de Medio Ambiente, Territorio e Infraestruturas tendrá que ponerse de acuerdo con el Ayuntamiento de A Coruña, contrario a su plan, y con los concellos de la comarca, algunos de los cuales han presentado alegaciones al proyecto.

Tanto el Gobierno local coruñés como el PSOE y el BNG mostraron su preocupación por el impacto que podría tener la entrada de los autobuses en el tráfico de la ciudad. Además, criticaron que el plan autonómico de transporte metropolitano no contase con la participación del Concello de A Coruña ni de los otros implicados por sus competencias en transporte, ante lo que la Xunta replicó que se trata de un borrador abierto a revisiones y se ofreció a mantener un debate constructivo con los ayuntamientos.

Los expertos consideran que la medida propuesta por la Xunta se ha lanzado apresuradamente, con escaso rigor técnico y sin los necesarios estudios sobre las importantes repercusiones que conlleva, con un claro riesgo de colapso en el tráfico urbano en la ciudad. Alertan de que la medida de la Xunta pretende que circulen por la ciudad no solamente los autobuses metropolitanos, sino también los que unen A Coruña con otras ciudades españoles, con lo que algunos días entrarán al casco urbano más de 400 autobuses, una saturación que consideran una barbaridad.

Los técnicos apuntan que resulta completamente absurdo que el plan de la Xunta no tenga en cuenta que el transporte metropolitano llegue a la estación intermodal. Esto daría lugar a situaciones tan paradójicas como que un pasajero de la comarca que llegue en el AVE tuviese que coger un autobús urbano para bajar al centro y coger allí un transporte metropolitano a la periferia.

En este debate técnico planea la sensación de que la medida del Gobierno autonómico tiene una intención política y electoralista que no ha reparado en las negativas repercusiones que puede acarrear. Las serias advertencias de los expertos sobre sus caóticos efectos en las calles de la ciudad no pueden ser ignoradas por la Xunta, que debería acometer unos estudios técnicos más rigurosos antes de poner en marcha precipitadamente una medida tan controvertida.