Con frecuencia la realidad nos hace darnos de bruces con aspectos de nuestra convivencia y sociedad que necesitan ser mejorados. En esta columna tales carencias son traídas a colación muchas veces, con el ánimo y la esperanza puestos en la consecución de logros que consigan revertirlas, como forma de avanzar en nuestro compromiso colectivo de dejar a los que vengan detrás una sociedad mejor.

Pero también hay ocasiones en las que todos los indicadores nos dan una posición de vanguardia en determinados ámbitos temáticos. Cuando es así, creo que es muy importante también ser conscientes de ello, contarlo a los demás para que puedan hacer su particular aprendizaje, y estar orgullosos de un desempeño exitoso.

Y, si hay un terreno en España en el que no cabe duda esto, de ninguna manera, es en el del trasplante de órganos. Un campo donde el éxito es colectivo, al estar claramente implicados en el mismo tanto los diferentes ámbitos profesionales presentes en tales tareas, sanitarios o no, como la sociedad en general. Porque en la praxis del trasplante no solo hace falta disponer del conocimiento, la técnica, la infraestructura y la procedimentación necesaria, sino que es factor clave de éxito una predisposición a ello y una colaboración efectiva por parte de toda la sociedad.

Tomen nota: por vigésimo cuarto año consecutivo, España revalida el liderazgo mundial en materia de trasplantes. Con 4.769 órganos trasplantados y 1.851 donantes el año pasado, las cifras de la Organización Nacional de Trasplantes, hechas públicas ayer, son contundentes. Seguimos a la cabeza de una práctica que tiene que ver con el avance científico, pero también con la generosidad y con una profunda evolución en relación con conceptos tan íntimos y complejos como son la muerte, la vida, el altruismo y la solidaridad.

Les ofrezco un par de datos más, que reflejan la potencia de la actividad del trasplante en nuestro país. El primero es que, con solo el 0,6% de la población mundial, en España se realizaron el pasado año el 6,7% de las donaciones del mundo, lo que representa un 17,6% de las llevadas a cabo en el ámbito de la Unión Europea. El segundo, que el ratio de enfermos trasplantados en 2015, 100,6 por millón de personas, es el más alto del mundo, por encima de la Unión Europea (62,4) o de los siempre poderosos Estados Unidos de América (92,7). Guarismos que confirman un verdadero hito a nivel mundial, sin parangón. Es bien cierto que Croacia comparte un ratio semejante de numero de donantes por millón de personas, pero con cifras absolutas mucho más pequeñas, al estar hablando de una comunidad sensiblemente menor. Un caso, el croata, que ejemplifica como muchos otros un gran avance en lo cuantitativo a partir, precisamente, de la adopción del modelo de trasplantes español.

Porque, además, este modelo exitoso ha sido exportado, también con éxito, a diferentes latitudes, después de ser altamente recomendado por la Organización Mundial de la Salud. Una triple coordinación, una agencia nacional, una legislación adecuada, el papel de los especialistas o una fundamental política de comunicación y el papel proactivo de los medios son algunos de los elementos clave que distinguen a nuestro modelo nacional. Una historia de éxito a nivel mundial, que nos da satisfacciones y que, sobre todo, nos ofrece la tranquilidad de saber que, seguramente, España es el mejor país del mundo donde vivir si uno necesita un trasplante, además desde el Sistema Nacional de Salud... Vivámoslo desde la gratitud a todas las personas que lo han hecho, lo hacen y lo harán posible, como donantes o desde su actividad profesional. Todos ellos les dan cada día a otras personas una impagable segunda oportunidad...