Sí, la presidenta brasileña estaba convencida que desde las elecciones que ganaron Lula y después ella, el sendero estaba abierto para que la prosperidad económica de ese gran país, gobernado hasta entonces por oligarquías y multinacionales petroleras y destructoras del pulmón ecológico de la Amazonia, creciese favoreciendo equitativamente a toda la población.

Los tentáculos corruptores ya estaban extendidos entre la derecha opositora, solo faltaba buscar posibles corruptos en las filas del poder. Como siempre, aparecieron y la presidenta se vio envuelta en una pinza, revolviéndose contra una cámara de diputados encabezada por su peor enemigo, Eduardo Cunha, al que alguien que pasó por Suiza dejó a su nombre cinco millones de dólares, pero él ignora el nombre del donante, y un Senado -el que la ha juzgado- mayoritariamente corrupto hasta las pestañas. Si a este rodicio le añadimos sus propios errores, ya tenemos un menú al gusto de los tiburones que acechan.

El actual senador de Uruguay, José Mujica, está convencido de que, si Rousseff hubiese cedido a las presiones para proteger a los políticos acusados de corrupción empezando por el propio Cunha, seguiría en la presidencia. La dignidad tiene un precio. El propio Mujica declaró que lo que sucedió en Brasil fue "la consumación de un golpe de Estado anunciado desde hace tiempo" y se mostró convencido de que la salida de Rousseff estaba decidida en otra parte, que el escenario que se montó para embaucar a la opinión pública en el Senado no ha sido más que una pantomima,

una decisión política de la derecha para deshacerse de este gobierno, una decisión política que buscó reacomodar el artilugio jurídico a los efectos de tener ciertas fábulas para presentarse ante la opinión del pueblo y del mundo.

No había dudas de los resultados de la votación de los 81 senadores, 61 a favor y 21 en contra, para conseguir que Michel Temer fuese investido presidente por el mismo Senado. No hizo falta un general golpista a la cabeza, habrá una lectura política, habrá una lectura sobre el proceso en sí, que fue usado instrumentalmente para favorecer a un grupo político, para llevar a Michel Temer y al PMDB al poder de un modo no tan legítimo como serían las urnas

Ya hace algunos meses, después de suspendida y cuando su condena ya parecía escrita, Rousseff propuso llamar a un referendo para adelantar las elecciones, como parte de una reforma política. La opción ya fue rechazada por Temer, él no quería saber nada de urnas, con los 61 senadores le llegaba. Quiso juzgarla y condenarla por el conjunto de su obra, pero eso se evalúa en las elecciones, es el pueblo quien decide. Optaron por la pena de muerte política. Ella volverá a su apartamento de Porto Alegre cerca de su hija y sus nietos, esperando a los jueces, pero serán los de la historia, me temo.