La ciudad de A Coruña vive desde el pasado mes de agosto sumida en una escalada de robos nocturnos en comercios, oficinas y locales que ha creado una inquietante sensación de inseguridad. La Policía Nacional ha registrado casi un centenar de asaltos y robos con fuerza en locales comerciales de distintos barrios de la ciudad, una media de tres al día y un 60% más que el año pasado. La enorme mayoría de estos delitos se produjeron de madrugada y sólo unos pocos se perpetraron por la tarde.

Esta es la tendencia que advierte el 091 en esta última oleada delictiva, frente a los asaltos a viviendas que causaron la alarma de los coruñeses hace dos años, cuando entre julio y agosto se registraron 186 denuncias por robos con fuerza en pisos, 23 más que las que se habían presentado en los seis meses anteriores.

Los allanamientos que el mes pasado se produjeron en la ciudad se localizan prácticamente en todos los barrios. En cafeterías, bares, oficinas, peluquerías, comercios, joyerías, panaderías, librerías, almacenes y otros negocios que en algún caso llegaron a sufrir hasta dos asaltos en un breve lapso de tiempo, apenas unos días.

Los ladrones se han llevado generalmente pequeñas cantidades de dinero en efectivo y algún ordenador portátil, según fuentes policiales. El perfil que los agentes dibujan de estos asaltantes difiere del de los delincuentes que hace dos años entraron con fuerza en las viviendas. Mientras que aquellos formaban parte de grupos organizados de países de Europa del este que se asentaban en la ciudad durante unos días para volver a actuar luego en otros lugares, estos son ladrones habituales con residencia en A Coruña y con antecedentes penales.

Este nuevo azote delictivo en la ciudad obedece según los sindicatos policiales a una conjunción de razones. La principal, no cabe duda, es la reducción de las patrullas de seguridad nocturnas de la Policía Nacional, que han bajado de siete a dos para toda la ciudad. Las críticas de los sindicatos policiales apuntan también a la modificación de horarios introducida en abril, que obliga al mismo personal a atender más días de trabajo, la nula tasa de reposición de vacantes y la falta de refuerzo de patrullas de investigación.

La reducción de efectivos de la Policía Nacional ha coincidido con una menor presencia de la policía municipal de barrio por los turnos de vacaciones de verano, una situación que se normalizará en octubre. La escasez de agentes en las calles no pasa desapercibida a los delincuentes, que aprovechan estas circunstancias para actuar. De la impunidad con la que han llegado a operar los delincuentes da la medida el insólito pico de ocho robos cometidos en una sola noche de esta pasada semana en una misma calle, Compostela, en la que siete locales y una vivienda fueron desvalijados. Una tropelía había ocurrido la madrugada anterior a pocos metros, en la calle Juana de Vega, donde las instalaciones de cuatro empresas fueron forzadas.

Los botines obtenidos en estos robos no han sido cuantiosos, pero causan desperfectos y en algún caso han propiciado algún que otro susto que ha encendido la preocupación de los vecinos y que podría desembocar en algo verdaderamente serio. Es el caso, por ejemplo, de la propietaria de una vivienda asaltada de madrugada quien tras escuchar un fuerte golpe en la casa se topó con un asaltante en la puerta de entrada. Afortunadamente, el delincuente huyó sin más.

La sensación de inseguridad que crece en la ciudad y las denuncias sindicales han obligado a la Delegación del Gobierno a salir al paso, que, tras admitir un importante repunte en los altos, ha anunciado una mayor presencia de patrullas camufladas en las calles, sobre todo en horario nocturno, que es cuando se cometen la mayoría de los asaltos.

Este operativo especial está formado por agentes de la policía judicial y según la Delegación del Gobierno no solo tiene una función preventiva, sino investigadora, ya que hasta el momento, no sido detenido ningún delincuente en relación con la oleada de robos.

En cualquier caso, dado que la propia Delegación del Gobierno descarta que estos asaltos estén involucradas bandas de delincuentes especializadas del este de Europa, como ocurrió dos años atrás y que el perfil apuntado por los sindicatos policiales es de delincuentes locales de poca monta que se aprovechan de la reducción de agentes, es razonable pensar que en lo tocante a prevención quizás no estuviese de más aumentar la visible presencia de efectivos policiales, que además tranquilizaría a los vecinos. Otra cosa es que haya agentes suficientes.

Bien está que las autoridades gubernativas pongan en marcha medidas urgentes para intentar atajar la oleada de robos que atemoriza a la ciudad, pero, a la luz de las denuncias efectuadas sobre la escasez de policías, deberían acompañarse de un riguroso análisis que dejase claro si la actual dotación de fuerzas es la que una ciudad de la dimensión de A Coruña precisa para mantener unos estándares adecuados y razonables de seguridad.