En este hispano territorio tenemos el vicio de utilizar vocablos de otros idiomas (cuya traducción no está contemplada en el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua) cuando tenemos un vocabulario riquísimo. En las elecciones generales del pasado 26-J se puso de moda la palabra sorpasso, procedente del italiano, que parece traducirse como adelantamiento, y a estas alturas aún no estamos seguros, si tal maniobra fue por la ideología radical o la extrema izquierda de los llamados desencantados aburridos o aprovechados que buscan clocarse lanzando soflamas, cuando no veladas amenazas que solo aceptan minorías extremistas. No obstante, aquella insana verborrea inquieta, aunque afortunadamente aquella negación de la política se desmontó en las citadas elecciones del 26 de junio pasado; quedando con el trasero al aire Podemos y su líder, Pablo Iglesias, y exigiéndole ministerios, sin previa negociación ni acuerdos para formar gobierno a Pedro Sánchez. Todo un dislate del que pretenden echarle la culpa al líder de PSOE cundo lo cierto es que, en su fallida investidura, los parlamentarios podemitas se unieron a los del PP y votaron no, sin tener en consideración que con el simple hecho de abstenerse en la votación para la investidura tendríamos gobierno.

Por otra parte, nos encontramos que en el PSOE, su secretario general y candidato a dirigir los destinos del Estado español está siendo dinamitado por barones y baronesas de la organización socialista en todos los ámbitos, provocando una profunda división interna y un total desconcierto entre militantes y simpatizantes progresistas que dejan de participar en labores internas y se abstienen o depositan su voto en organizaciones, que son un tótum revolútum, una mezcolanza de radicales, populistas y de extrema izquierda, con distintas ideologías, cual es el caso de Podemos sus dirigentas y votantes. No obstante, el PSOE sufre en estos momentos una revolución interna total con dos bandos enfrentados; por un lado, los partidarios del secretario general y, por otro, los llamados críticos, encabezados por una ambiciosa sultana andaluza Susana Díaz, ansiosa por usurpar y ocupar el puesto de Sánchez, provocando situaciones antidemocráticas, vacías de contenido político. A las leguas se divisa que la estrategia de la citada señora es pactar el gobierno de España con el PP y vender tal acuerdo garantizándose una buena situación como jefa de la oposición y otras prebendas y regalías, puesto que sabe no volverá a ser presidenta de Andalucía; es un buen ejemplo de lo que vale ser una buena demagoga.

En todo caso es evidente que algo va mal dentro de la organización progresista y habrá que emplear la mano dura para unir al PSOE, pero que nos cojan confesados si la articulación de aquella formación política cae en manos de doña Susana. No olvidemos que la debacle progresista se manifestó en las autonómicas catalanas, en las últimas generales y en las autonómicas de la nación gallega y el País Vasco celebradas el 25-09-2016. ¿Y qué pasó en Galicia? Sencillo, los clanes críticos, uno en cada provincia por lo menos, la falta de memoria de Abel Caballero (qué hizo este hombre cuando fue máximo dirigente de los socialistas gallegos y candidato a la Xunta en 1997, fracasar rotundamente), las tensiones sempiternas coruñesas, con los restos del vazquismo flotando y demás caciques que de socialistas no tienen nada, poco o nada hay que hacer. Así las cosas, a ver con qué nos sale la nueva Comisión Gestora Federal, o se despierta o el camino iniciado no tendrá marcha atrás.