Hace unos días LA OPINIÓN dio a conocer una serie de asuntos programados para La Coruña en el Ministerio de Fomento, pendientes, desde hace añares, de ejecución. "Madrid no da lo que la Xunta no pide" y así es, excepción de algunos arrebatados alcaldes habituados a movilizar resortes callejeros que, casi siempre, consiguen forzar la voluntad política del gobierno autonómico. (Conviene recordar que es la Xunta la que, en cada ejercicio, propone al Gobierno central los temas urgentes de Galicia que conviene abordar). Entre tanto, Fomento, ante cualquier gestión local, ofrece té y simpatía: el Sr. Núñez Feijóo, sonrisas. He aquí, que los alcaldes no afines al poder autonómico, entre ellos el coruñés, carecen de capacidad de gestión, máxime en fechas de remoción en el gabinete regional donde, en ocasiones, la masa corporal prima sobre el intelecto. En María Pita, por ejemplo, la "aluminosis" municipal se presenta corrosiva, entre la negativa de la Marea Atlántica, para no alterar el logogrifo de sus enigmáticas Concejalías, que supondría coaligarse con los socialistas que los sostienen en el poder, cuya actitud mendicante causa sonrojo. Los presupuestos confeccionados por la efebocracia municipal gobernante, seguirán estancados, como tantos otros proyectos anunciados, mientras no se anteponga el cálculo a las convicciones ideológicas. El fenómeno, de antiguo, fue sentenciado por Churchill al aconsejar: "Cuando uno quiere mantener sus convicciones como gobernante, debe cambiar de partido".

Otrosidigo

Don Xulio visitó el Día de Difuntos el cementerio de San Amaro, incluida la zona civil, y depositó flores ante diversos monumentos y tumbas, entre ellos las de los hermanos Villar Ponte, artífices de las Irmandades da Fala, y la del ex alcalde republicano Suárez Ferrín. Sin embargo, obvió evocar la figura de D. Alfonso Molina, uno de los más grandes alcaldes de nuestra ciudad, no solo por su gestión, sino por haber sido el alcalde de todos los coruñeses. Mejor la oración que el mitin, D. Xulio.