Como habíamos anunciado, no resulta fácil constituir un área supramunicipal si antes no cuentas en la capital matriz con un liderazgo consensuado para poder agrupar, apropiadamente, a los ayuntamientos limítrofes. Nuestro alcalde, que suponemos conocedor de la Ley Reguladora de la Administración local, no debiera haber tomado la iniciativa y lanzar cohetes si no contaba para su gestión con el respaldo del plenario municipal. Una vez más, se advierte que a la Marea Atlántica le falta sosiego y le sobra ansiedad, circunstancias que suelen producir un efecto gore en el ciudadano. Huelga señalar que don Xulio debe medir sus actuaciones, también en terrenos que le son ajenos, como la avenida de Alfonso Molina, la Marina, etc., porque el celo entre los políticos es un alcaloide inflamable. La capacidad de los alcaldes no es totalmente omnímoda, no puede excitarse, pro domo sua, so pena de ser acusados de autoritarismo. Desdeñar la realidad es morada de regidores lugareños. En política, como en los negocios privados, no siempre el éxito personal disculpa los métodos. Hay una deriva muy antigua, de los tiempos de Cosme de Médicis, que exigía criterios empresariales a la Administración, aplicando la máxima de las entidades privadas "el fin justifica los medios". La política, sin embargo, debe reflejar una convicción moral y, en el peor de los casos, una falta de convicción. En nuestro caso, en La Coruña se hace necesario evitar el gasto improductivo, de modo singular, en algunas empresas municipales. No solo significa la ruina de las instituciones, es también el dispendio a cargo de los ciudadanos, que las vienen manteniendo con su deuda paralela.

Otrosidigo

Don Xulio ha preparado a sus alfiles para que sermoneen por los distintos barrios de La Coruña, para explicar la idea que la Marea tiene del futuro de nuestra urbe. Como es sabido, los políticos confían más en la propaganda, y en la débil memoria del vecindario, que en su abaratada palabra. Dicho en vernáculo: "O falar non ten cancela".