Este artículo, aunque publicado en el día de hoy, está escrito en el Día Mundial de la Filosofía. Una jornada que se celebra cada año en el tercer jueves de noviembre, con el fin primordial de poner el acento en la importancia de esta disciplina. No en vano el amor por la sabiduría -su significado literal- nos lleva al estímulo de un saber crítico e independiente, así como a la ordenación de nuestro sistema de pensamiento, lo que redunda, en términos globales, en un mejor entendimiento entre las personas.

Soy de los que creen -ya me dirán si a ustedes también les pasa- que estamos especialmente necesitados de personas con un sistema profundo, ordenado, categorizado, personal y fundamentado de ideas, mucho más allá de lo que esté de moda, resulte cool o de lo que nos sea transmitido por los instrumentos colectivos de comunicación y conformación de la opinión pública. Ya hemos hablado una y mil veces de la imperante "cultura del envoltorio", que muchas veces lleva a las personas a hacer las cosas "porque sí" o porque "las hacen o dicen los demás". Yo abogo por lo contrario, por tener unos fundamentos personales sólidos, una actitud permeable y, a partir de ahí, avanzar en las ideas de uno sin miedo al vértigo de expresar su propio razonamiento. Pero ya saben que, muchas veces, resulta especialmente extraña o hasta molesta la diferencia, la lógica original y personalizada, fruto de un sistema tales ideas independientes y bien ensambladas. Seguimos insertados en una sociedad un tanto seguidista, que a veces valora poco, en lo cotidiano, la innovación intelectual.

Son sin embargo las ideas no necesariamente rupturistas o discrepantes, pero sí que plantean preguntas profundas sobre la pertinencia e idoneidad de lo convenido y comúnmente establecido las que, muchas veces, nos ofrecen una oportunidad de cambio. Creo que, desde la tolerancia y el respeto infinitos y exquisitos con los demás, puede replantearse todo. Y que no es malo intercambiar opinión, sueños y diferentes concepciones de la realidad. La Filosofía, a partir de la experiencia y las ideas de cada uno, trata de interpretar esta. Y esto es así desde Tales de Mileto, al que se considera iniciador de la misma, a caballo entre los siglos VII y VI a.C., y que fue el primero que se atrevió a ofrecer una explicación sobre el origen de la naturaleza empleando la observación y la razón.

La Filosofía, desde entonces, no ha dejado de ayudarnos. Desde el reconocimiento de la ignorancia, la misma aspira a transformar la realidad con afán universal, utilizando la razón como instrumento de conocimiento y sin renunciar a responder ninguna de las preguntas, queriendo llegar a la raíz más profunda de la duda. Esto ha significado un enorme recorrido a través de la Historia, con disciplinas como la Metafísica o la Gnoseología, la Antropología, la Ética, la Estética o la Filosofía Política, Filosofía del Lenguaje, de la Historia o del Derecho, entre otras.

Desgraciadamente, la superficialización del conocimiento nos está trayendo aparejada una banalización de las raíces profundas del mismo. Pierde peso la Física y lo gana la Ingeniería, la Matemática se valora más en su aspecto más aplicado, y la Filosofía va en caída libre en su apreciación y valoración por la sociedad. Y no me refiero sólo al gran público, que en gran medida no sabe o no contesta, sino incluso a los programadores de ese tema complejo al que llamamos Educación, donde la Filosofía hoy casi ni está ni se le espera... Ya ven.

Me enamoré de la Ciencia a partir de la visión de ciertos rudimentos filosóficos, y aquí sigo, ávido de tal conocimiento y fascinado por el pensamiento abstracto. Y voy a celebrar el Día Mundial de la Filosofía a mi manera, que no va a ser otra que dedicar estas líneas al que un día fue mi profesor de Historia de la Filosofía en el Instituto Menéndez Pidal, Víctor Miravalles, que me acercó a los presocráticos, a los clásicos y helenistas, a la filosofía cristiana y a racionalistas y empíricos, así como a los contemporáneos, y agradecerle sus ganas, su ciencia y su capacidad de transmitir no sólo contenidos, sino motivación por una esfera del saber que deberíamos tener encumbrada en lo más alto... Con docentes como él se construyen vocaciones, y nunca estarán suficientemente valorados en medio de tanto ruido y distorsión en torno al difícil, complejo y plagado de visiones interesadas mundo educativo.

Feliz Día de la Filosofía, pues. Feliz Día de las preguntas más complejas, de cuyas respuestas seguimos sin tener ni idea tantos siglos después de los tiempos de Anaxímenes, Andrónico o Aristarco. Feliz Día del Saber. Feliz Día de la lechuza, el ave que acompaña a Atenea, diosa de la sabiduría, símbolo de la Filosofía...