Creo que sería interesante, que por parte de los partidos políticos con representación en nuestro Parlamento, le dedicasen una buena parte de su tiempo, a valorar, si sería importante para nuestro país, que se modificase la mayoría de edad, hoy establecida con carácter general a los 18 años.

No debemos olvidar que la reducción de la edad para la emisión del voto, ha sido constante a lo largo de la historia. En España, la edad para poder votar era a los 25 años, hasta la llegada de la II República en 1931, que la rebajo a 23, reconociéndose además el sufragio universal (por primera vez podrían votar los hombres y las mujeres), y en 1977 se estableció en los 18 años.

La reducción de la edad electoral, nos conduciría a fomentar el desarrollo de la participación política de los jóvenes, de los que estamos profundamente orgullosos, al tratarse de la juventud mejor preparada de la historia de este país, y en consecuencia, considero que no es de recibo, que sigamos manteniendo la mayoría de edad electoral, en la misma frontera de hace cuarenta años, cuando en España aún existían muchas personas analfabetas. Con la mayor participación de los jóvenes, mejoraríamos el concepto de nuestro Estado de Derecho y en consecuencia del Bienestar Social de la comunidad en la que estamos integrados.

Es cierto, que en la mayoría de los países de nuestro entorno, la mayoría de edad electoral, se fija por sus ordenamientos jurídicos, a los 18 años, pero no es menos cierto, que en otros países como Reino Unido, Escocia, Brasil, Argentina? se establece a los 16 años.

A día de hoy, me parece sorprendente, que para determinados comportamientos y actividades sociales, se considere que una persona es capaz de llevarlas a cabo con total conciencia y absoluta responsabilidad, con una edad bastante inferior a la que se exige para emitir un voto en una urna y elegir a la persona que representa una determinada opción política, porque le considera que es la mejor o la más oportuna para su país. Así tenemos, que en nuestra legislación, es suficiente con tener 13 años para consentir una relación sexual, o que, para disparar con armas de fuego, con el peligro que ello conlleva, basta con tener 14 años. También se exige en nuestra legislación, que para poder abortar o trabajar hay que tener por lo menos 16 años, y para beber alcohol o conducir un coche o simplemente votar, hay que tener cumplidos los 18 años.

Soy consciente que reducir la mayoría de edad para poder votar, a los 16 años, para algunos partidos políticos sería impensable y totalmente irrealizable, porque en ello estaría en juego su supervivencia, como lo acreditan los análisis de los resultados de las distintas elecciones celebradas en los últimos años en nuestro país. Nuestra juventud se merece el que les reconozcamos una mayor implicación y participación en la actividad política.