Qué pasa con la otrora atención sanitaria, prestada a todos las personas que estuviesen acogidas al Régimen General de la Seguridad Social? Que, ¡ojo!, nunca fue gratuito. Tales servicios los prestaba el Estado, que los financiaba con los impuestos detraídos de los salarios reflejados en las nóminas de los trabajadores de todos los gremios, excepto funcionarios y otros asegurados amparados por Mutualidades, las cuales van desapareciendo paulatinamente al permitir, la legislación, que sus mutualistas coticen al Régimen General citado.

Sabemos que las competencias en materia sanitaria han sido transferidas a las Comunidades Autónomas y que cada una de las diecisiete hace, de este tema, de su capa un sayo. Es vergonzoso que uno de los pilares básicos de la democracia, del estado del bienestar, puesto de manifiesto en nuestra Constitución, se tambalee por el despilfarro y la ineptitud de políticos, rapiña de partidos y dirigentes que se rodean de chupatintas para oprimir, mentir y esquilmar los fondos públicos, no se sabe en beneficio de y para quién. El despilfarro de los fondos sanitarios, así como el asalto a la Caja Única, que es donde se guardan los ingresos por cotizaciones que hacen todos los trabajadores y que se utilizarán, exclusivamente, para pagar las pensiones contributivas de jubilados y pensionistas, garantiza que vivamos en donde vivamos dentro o fuera de las fronteras del Estado español, una pensión igual si las circunstancias son las mismas y si algo sobrara se guarda en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social. Lo dicho es muy bonito sobre el papel, pero los mandamás se lo pasan por el arco del triunfo.

El deterioro sanitario es palpable. En Galicia, como en el resto de las CCAA, los pacientes, incluyendo entre ellos los de riego medio y alto, sufren demoras, cuando no humillaciones de los distintos servicios del Sergas. Las listas de espera ya se perciben en los distintos centros médicos, tanto de las ciudades como los situados en la periferia rural o marinera. Este desbarajuste que sufre Galicia, ha sido provocado por su Presidente, Alberto Núñez Feijóo, y sus subordinados que intentan taparlo con demagogia y falaz palabrería. Lo cierto es que no se cubren (por diversos motivos) las bajas de los médicos y, ahora ¡milagro! abren las consultas cuando y como quieren, de tal forma que el pedir cita, aún tratándose de pacientes de alto riesgo, pueden pasar unos días sin ser medicados y diagnosticados; con ello se desvía a los enfermos a urgencias hospitalarias en donde yacen amontonados horas y horas. Todo esto pueden comprobarlo en el Centro médico de Culleredo. Eso sí, podrán leer que el médico que les va a atender, con total desconocimiento de su enfermedad, tiene que pasar consulta a más de mil pacientes. Podemos, también, denunciar las demoras para hacerse una radiografía, mirarse la vista, hacerse un fondo de ojo o ser atendido por especialistas de distintas ramas. ¿Cómo se puede contar que un minusválido que ha solicitado una revisión del grado de minusvalía y obtener una autorización para aparcar en plazas de minusválidos, tenga que esperar ocho meses para que en los Servicios sociales de la Xunta revisen el expediente, después llamar al solicitante para ser evaluado y luego enviar el resultado? Con un poco de "suerte", a este paso, seguro obtendrá una plaza en el aparcamiento del cielo.

Lo que está pasando es una vergüenza: un fraude, una estafa, en definitiva un robo a la ciudadanía, con el añadido para los gallegos, a los que día a día nos toman más de coña mientras Feijóo va de modelo luciendo moda de Zara; no obstante, un día vendrá en que sienta la presión de este pueblo, víctima de tantos y tantos desplantes y engaños políticos.