Semana de tribunales y de asuntos partidistas con trascendencia en la vida española. Semana de tribunales que deja la reconfortante impresión de que, en efecto, tenemos un poder judicial independiente y de que la justicia funciona como debe en un Estado de Derecho. A su ritmo pero funciona con la independencia de criterio de los jueces que a veces causa, como poco, asombro en la opinión ciudadana, caso clan Pujol, pero que aleja, por fortuna, los días en los que se dudaba del procesamiento de personajes del dinero, de la política, de la empresa y aún de la familia real. Es evidente ya que nadie está por encima de la ley y de los tribunales y de ello hay que alegrarse. No somos un país de risa. Que se lo digan a Aznar que quiere protagonismo, riñendo claro, sin caer en la cuenta de la irritación que provoca en quienes, votantes o no del PP, recuerdan bien la lista de los que hace años figuraban en la boda del Escorial, en el gobierno o en la banca y hoy se sientan en el banquillo o merecían sentarse por las muchas tropelías cometidas bajo su presidencia y con su incuestionable consentimiento. Gentes como Rato, Blesa, Bárcenas, Correa, el Bigotes, Crespo, Cascos, Trillo y tantos otros son en la memoria ciudadana inseparables del Aznar pletórico de entonces y son emblemas de lo que el PP no debe consentir entre sus dirigentes. Emblemas que explican esa antipatía secular que la derecha española provoca en las gentes corrientes con independencia, muchas veces, del acierto de sus políticas. Aznar encabeza esa lista y la única utilidad de su reaparición para el PP y su nueva dirigencia es la de mostrar el contramodelo del político de centro derecha que España necesita.

De los asuntos internos partidistas sólo dos comentarios. Uno muy breve a propósito del PSOE que al cabo de varios meses sólo ha sido capaz de fijar una fecha para el congreso y bien lejana. No levantan cabeza aunque hablen sin parar con poco provecho. Y sigue el desconcierto como aquí en Coruña sin que sepamos muy bien por qué y para quien aunque, a decir verdad, tampoco eso va importando ni poco ni mucho a los coruñeses. Así se va haciendo el camino a la irrelevancia. Los dos importantes de Podemos nos regalan sendos documentos con vistas a su congreso de febrero. En las primeras 11 de las 41 páginas que tiene su papel, Iglesias pasa revista a la Transición y a los años transcurridos hasta la aparición de su movimiento y a los cambios en Europa y Latinoamérica desde los años setenta haciendo un balance, obviamente, negativo. Explica luego el éxito de Podemos y traslada al PSOE las culpas de la investidura de

Rajoy. Y para el futuro mucha verborrea radical que resultará conocida a los veteranos militantes del PCE de los setenta que fueron abandonándola a medida que la realidad democrática se fue, afortunadamente, asentando en España. Con esos planteamientos el porvenir de Podemos lo veo limitado. Como le ocurrió al PCE. El documento de Errejón, 42 páginas, evidencia, a mi juicio, más capacidad para el análisis de la realidad. Errejón quiere un partido para gobernar y por eso reconoce la soberbia e inmadurez en que incurrió Podemos, Iglesias vamos, frustrando la investidura de Sánchez tras las elecciones de diciembre y reconoce también que a la sociedad hay que transmitirle seguridades y certezas y no aventuras destituyentes, ruido y resistencia. Errejón quiere acercamiento al PSOE y cuando desista de apoyar propuestas secesionistas puede conducir a amplios sectores de Podemos a las posiciones de una izquierda realmente útil, porque entiende mejor que Iglesias el funcionamiento de la democracia en una sociedad abierta y plural como la nuestra. Veremos a ver.