Desde hace algún tiempo a esta parte, no he podido dejar de sorprenderme por ciertas declaraciones de toda una serie de mujeres en nuestro país, que más bien parecía que todavía no habíamos salido del siglo XVIII, donde el nivel cultural de los ciudadanos españoles rozaban en un cincuenta por ciento el grado de analfabetismo y de total y absoluta sumisión de las mujeres ante los hombres.

Desde hace unos cuantos años, sobre todo a partir de los años ochenta, las facultades universitarias comenzaron a llenarse de estudiantes del género femenino, era igual que fuese Filosofía y Letras, como Derecho o Medicina, llega un momento en el que es mayor el número de estudiantes femeninos que masculinos. Si ello, a día de hoy, lo extrapolamos al ejercicio práctico de la carrera universitaria, estoy completamente seguro, que en todos los Grados, licenciaturas, o doctorados, de las distintas modalidades universitarias, también hay más mujeres que hombres.

En definitiva, todo parece indicar que desde hace más de veinticinco años, las mujeres fueron adquiriendo unos conocimientos, que les han permitido tomar decisiones por ellas mismas e independizarse del vasallaje que tenían con respecto al hombre, así como, incluso, participar en la actividad política emitiendo su voto, cerca de siete millones de mujeres lo hicieron por primera vez, en las elecciones municipales del 19 de noviembre de 1933, gracias a la Constitución Republicana de 1931, y también presentándose en las distintas candidaturas para ser concejalas, diputadas o senadoras. Todo lo dicho anteriormente, resulta bastante contradictorio con las declaraciones de determinadas mujeres, ante los Órganos jurisdiccionales ante los que tuvieron que declarar, que en los casos que voy a citar, nada sabían, pese a la preparación intelectual, y formación académica que han conseguido, con un gran esfuerzo y merecimiento.

¿Se acuerdan de Tania Sánchez, aquella mujer que acudía un día si y otro también a los platós de televisión y lo bien que se expresaba, sin embargo, no sabía que se le había concedido una subvención a la cooperativa de su hermano en el ayuntamiento en el que ella era concejala? ¿O de aquella otra señora, madrileña ella, y de nombre Esperanza, que para ella todo eran "mandurrias", pero no sabía nada de la financiación del PP en Madrid o de los favores que se hacían a determinados promotores y empresarios, a cambio de determinadas comisiones? ¿Y que me dicen de la exministra Ana Mato, que no sabía que los cabecillas de la trama Gürtel, le habían pagado, fiestas, confetis, viajes o algún que otro coche de alta gama, pese a estar éste en el garaje de su casa?: "Son cosas de mi marido y yo no pregunto", venía a decir ella. ¿Cómo puede ser que la propia Infanta, diga que no tiene conocimientos de cuentas contables o fiscales cuando trabaja o trabajaba para una entidad financiera, en un puesto de importante responsabilidad, o por lo menos como tal cobraba? O de la señora Rosalía Iglesias (mujer de Barcenas), que no sabía ni siquiera que entraba en un banco y firmaba sin preguntar lo que su marido le ponía delante. Y para rematar, permítanme mencionar a Milagrosa Martinez, exconsejera de Turismo de Valencia y que no sabía lo que era Fitur. Menos mal, que sabían los miles de euros que cobraban al mes sin tener puñetera idea de nada, y de lo que eran responsables.