Hay noticias que, dependiendo del punto de vista que esgrimamos en su análisis, pueden resultarnos esperanzadoras para abordar un futuro distinto y mejor o, por el contrario, abundar en un continuismo que, sabemos, no nos lleva a ningún lugar bueno? A ponerles un ejemplo de esto, de este yin y yang de lo cotidiano, dedicaré un artículo escrito en un tiempo pre-primaveral claro, que sin embargo está previsto que vea la luz en un repunte postrero de lo que será uno de los últimos coletazos de este invierno?

El ejemplo tiene que ver con la petrolera española Repsol y con sus socios en la exploración de petróleo en Alaska. La noticia, la comunicación de que los mismos han encontrado en el subsuelo de esa región un yacimiento equivalente a mil doscientos millones de barriles de petróleo ligero, de ese que es de más calidad y de más barato refino. Un verdadero regalo para el mercado y para tales compañías. Y una buena noticia desde un primer punto de vista, continuista y basado en lo meramente económico, sin más.

Pero, si pensamos un poco más en algunos de los argumentos asociados a esta noticia, esta da para más. Y es que sabemos hace tiempo que la combustión de hidrocarburos -de la que todos o casi todos somos arte y parte, y en la que este cronista también tiene que ver como usuario- es más un problema que una solución. Si asumimos que la disponibilidad de petróleo fácil y/o barato va a ser un acicate para la ralentización aún mayor de las tecnologías y los procesos asociados a las energías renovables o para otros retos paralelos, como la salida al mercado de baterías de mucha mayor capacidad y eficiencia, ¿es tan buena esta noticia?

Para plantear este otro punto de vista, les pondré un ejemplo de la vida real y en primera persona. Y es que, miren, les seré franco. Llevo un tiempo buscando un coche eléctrico que me permita conducir doscientos kilómetros diarios por autopista, y recargar el mismo en casa, después de cada viaje. Y, a pesar de la publicidad de las marcas, los distintos modelos con precio más o menos razonable no están preparados aún ni de lejos para un uso de tal guisa. La necesidad crea el hábito y, a estas alturas, asumo que solo encontraré una tecnología que me permita dejar de contaminar y ganar en eficiencia energética cuando la cuestión del petróleo sea más crítica o cuando, al menos, los grandes titulares no nos informen de nuevos yacimientos en zonas del planeta hasta ahora al margen de las grandes explotaciones mineras e industriales. En cualquier caso, dentro de un tiempo aún.

Teniendo en cuenta que tanto la autogeneración como la generalización del transporte eléctrico serán positivos en materia de sostenibilidad medioambiental, la noticia presentada puede verse, entonces, como no tan positiva. Una disponibilidad de petróleo más fácil, más barato o las dos cosas, puede ir directamente contra todo ello. Y es que este es un proceso de suma cero, centrado en el mismo mercado, y la concurrencia en el mismo de productos entre sí sustitutivos -petróleo o electricidad, por ejemplo- siempre se resolverá a favor de uno de ellos. En detrimento del otro, claro.

Así, la misma noticia puede ser entendida desde una perspectiva más cortoplacista y no orientada a la excelencia, por una parte, o desde la que tiene al largo plazo y a la optimización de las situaciones posibles como ingredientes. Las dos tienen su razón de ser, sus promotores y sus detractores y sus valores y creencias asociados. Sin embargo, las dos son tan antagónicas como para suponer dos visiones contrapuestas de una misma realidad. Para unos, que las petroleras dispongan de esta materia prima será bueno. Para otros, sin embargo, esto implica una nueva agresión al entorno, a la sostenibilidad global y a las políticas energéticas que algún día sustituirán al petróleo. Una única realidad, y dos visiones distintas. Y, en el medio, toda una escala de grises en una panoplia de lógicas verdaderamente complejas y diferentes.

Bueno, sobre todo hoy quería constatar con ustedes esta bipolaridad -yin y yang- de la existencia. Dicho esto, me sumo de nuevo en la primavera, impostada o no, y les dejo con su propia reflexión. Sean felices y, sobre todo, contemplen las flores? Que las hay, y valen la pena.