No paran de hablar los políticos del cambio climático, y, sin embargo, muchas de las acciones que emprende la UE parecen ir en el sentido contrario.

Es lo que ocurre, por ejemplo, con la compra de deuda corporativa coordinada por el Banco Central Europeo, parte de un programa teóricamente destinado a reactivar las economías, golpeadas por la crisis.

Se trata de lo que se conoce en la jerga financiera como "flexibilización cuantitativa", que utilizan los bancos centrales para aumentar la oferta de dinero mediante la compra de deuda pública o de empresas.

Desde que comenzó a funcionar ese programa, coordinado por el BCE, pero ejecutado en realidad por los Bancos Centrales de los distintos países, que son quienes compran directamente los bonos, se llevaban gastados en noviembre del año pasado 46.000 millones de euros en deuda corporativa y para el próximo septiembre se piensa llegar a los 125.000 millones.

Los bonos equivalen a una especie de crédito blando, pero el diseño de ese instrumento exige experiencia en los mercados financieros de la que carecen muchas veces las pequeñas y medianas empresas.

De ahí que, según denuncia el Observatorio de la Europa Corporativa, quienes más provecho han sacado del programa han sido los grandes grupos, muchos de ellos de los sectores más contaminantes como el de las energías fósiles o el automóvil.

Aunque el propio BCE no identifica a las compañías en cuestión -sólo el Deutsche Bank revela el nombre de las agraciadas- el Observatorio cree saber que entre ellas están Shell, Repsol, el grupo italiano ENI, el austriaco ÖMV o el francés Total.

La parte del león se la llevan los grandes grupos eléctricos y gasistas: en España representan un 53% del total de las compras de bonos y en Italia llegan incluso a un 65%, según la citada ONG, con sede en Bruselas.

Lo más preocupante, denuncia el Observatorio, es que la única energía alternativa de la lista es la nuclear cuando debería darse absoluta prioridad a las energías verdes si es que los gobiernos hablan en serio cuando dicen estar preocupados por el cambio climático.

¿No resulta también paradójico en ese sentido el que entre las empresas favorecidas estén gigantes del sector del automóvil como Daimler, BMW, VW y Renault o incluso la compañía aérea de vuelos baratos Ryanair, además de las privatizadoras francesas del agua Suez, Vivendi o Veolia?

Para la sección europea de Amigos de la Tierra, "es escandaloso que seis meses después del acuerdo de París (sobre el cambio climático), el BCE lanzara un programa que no hace más que inyectar dinero público en grandes empresas dedicadas a la explotación de los combustibles fósiles".

Las numerosas ONG denunciantes, entre las que está también Attac, exigen "transparencia" porque "no es de recibo que el BCE no esté dispuesto a revelar sus compras de deuda corporativa". Hace falta, dicen, un control democrático de ese programa.