Galicia vive inmersa en el desasosiego institucional, según explicaremos: el Consejo Consultivo, órgano innecesario, anda a la greña; la patronal empresarial, descompuesta, en cuya maraña aparece, casi siempre, el inquietante Fontenla; Núñez Feijóo ejerce como bailío mayor de Santiago y anuncia para la parroquia este año 15 licitaciones de otros tantos proyectos, inventa un archivo regional en el Gaiás para depositar 633 documentos históricos del Banco Gallego, omitiendo que el Archivo Histórico de Galicia sigue en La Coruña, en tanto el regidor Martiño acude a la Zarzuela para solicitar la reunión del Real Patronato de Santiago y que le aticen 243 millones de euros. El titular de la Xunta logra, a su vez, 8,4 millones para el ramal local de la AP-9 a la Ciudad de la Cultura. Y aquí surge el agravio comparativo: ¿es más apremiante este desvío viario que adecuar el aeropuerto de Alvedro, todavía sin concluir? Recordamos al titular de la Xunta que quien no tiene la voluntad de enterarse se queda en la superficie. En La Coruña, a su vez, se vive el esperpento poscarnavalesco. Huele a botellón de crianza y pacharán. El olor, dicen los poetas, es como la generosidad de las cosas impacientes de entregarse. El alcalde, sin alternativa, impone el populismo y la visión lugareña de la historia que nos quieren contar, tarea imposible porque los coruñeses son reacios a identificarse con emociones revolucionarias. Los memoriosos seguirán gozando de la flaqueza de su sectarismo que, en palabrería silbante, evidencian más amor al tuit que a la historia. Esta noria de pancartas, movilizaciones "voluntarias" no las tolera el buril de la democracia y menos la pedantería de dar consejos de gestión, cuando realmente son arbitristas incapaces de ofrecer un proyecto razonable de ciudad.

Otrosidigo

Gobernar es la fórmula y también abstenerse de crear nuevos organismos paralelos, en cuyas listas no se ocultan la gallofa y los maestros de la simulación con el argumento de restarle legitimidad a los demás. Don Xulio se propone instituir un centro de salud local. Hace pocos años, gobernando el bipartito PSG-BNG, la concejala Silvia Longueira no autorizó a la entonces conselleira de Sanidad ofrecer una charla divulgativa para sus convecinos de los Rosales sobre las campañas de vacunación.