Los resultados presentados en las últimas semanas por dos empresas coruñesas punteras, Inditex e Hijos de Rivera, muestran, pese a la enorme diferencia de magnitudes entre ambas, una filosofía común que llama poderosamente la atención de los analistas económicos. Ambas corporaciones han experimentado un notable y continuado crecimiento de facturación, ventas, beneficios y plantilla durante los años de la crisis, que continúa su expansión en los últimos resultados, correspondientes al ejercicio de 2016. Y lo han conseguido, para asombro de los expertos, con una estrategia de exitoso desembarco en los mercados nacional e internacional sin por ello perder los valores tradicionales de una empresa familiar, ni sus raíces coruñesas, reforzadas con crecientes inversiones y planes de ampliación de sus estructuras industriales.

Inditex presentó a mediados de marzo un balance que sigue rompiendo moldes en la economía mundial. El imparable crecimiento de la multinacional coruñesa volvió a superar todas las previsiones con una facturación de 23.300 millones en 2016. Las cifras son de vértigo: obtuvo unos beneficios de 3.500 millones, un 10% más que en el ejercicio anterior, que ya era de récord y creó 9.500 empleos nuevos, uno de cada cuatro en España, que elevan su plantilla a 162.000 trabajadores en todo el mundo.

El efecto sede de Inditex se traduce también en otras consecuencias colaterales que no aparecen directamente reflejadas en el balance del gigante textil. Además del fiscal, ya que España recibe el 30% de los tributos que paga la compañía de Ortega, pese a aportar el 17% de sus ingresos, sobresale su capacidad de generar una inmensa red empresarial paralela.

El presidente de Inditex, Pablo Isla, reveló en la presentación de los últimos resultados que el grupo textil coruñés genera más de 50.000 empleos indirectos en España al recurrir a 7.500 firmas proveedoras. Muchas de ellas en Galicia. Y en la propia A Coruña. Estas empresas no solo constituyen una galaxia económica paralela que trabaja para Inditex, sino que algunas lo aprovechan para aprender y salir también al mercado internacional por su cuenta.

Es el caso de las coruñesas Cándido Hermida y Trison, que empezaron con el gigante de Arteixo y ahora han conseguido colarse en el lobby de empresas españolas que construye el AVE entre Medina y La Meca, una obra cumbre de la ingeniería que cuenta con un presupuesto inicial de 7.000 millones de euros. Una muestra irrefutable del efecto tractor de Inditex.

Este empuje no solo tiene efectos económicos. La Fundación Amancio Ortega acaparó esta semana las portadas de la prensa española con una iniciativa insólita. La entidad de ayuda social creada por el dueño de Inditex ha donado 320 millones para renovar las obsoletas máquinas de diagnóstico y tratamiento del cáncer en los hospitales públicos españoles. Un plan que arrancó ya en 2015 con el Sergas gallego.

Hijos de Rivera, la centenaria empresa coruñesa que fabrica la cerveza Estrella Galicia, anunció la semana pasada que aumentó en 2016 sus beneficios en un 17%, hasta los 49 millones, tras superar por primera vez los 400 millones en facturación. La cervecera coruñesa, que inició una expansión nacional e internacional casi con el inicio de la crisis, duplicó su producción desde 2010. Tiene una plantilla de 800 trabajadores y espera aumentarla a 1.000 en este mismo año. El grupo invertirá más de 300 millones hasta 2019 y prevé iniciar a finales de año una gran ampliación de su fábrica en el polígono de A Grela, cuya capacidad ya había aumentado en 2012. El consejero delegado de la empresa, Ignacio Rivera, reveló en el congreso que reunió en noviembre pasado en A Coruña a los líderes de la empresa familiar española que hizo caso omiso del informe de los asesores que cuando la firma iniciaba su escalada en el mercado español le aconsejaron suprimir el término Galicia del nombre de su cerveza. Su logotipo aparece ya en las camisetas de Deportivo, Celta y Corinthians, campeón de Brasil en 2015, así como en los equipamientos de las estrellas españolas en las competeciones mundiales del motor, Marc Márquez en Moto GP y Carlos Sainz en la Fórmula 1.

También Estrella Galicia tiene su efecto tractor, si bien en magnitudes que no son equiparables al de Inditex. Pero sí en su filosofía empresarial. Y en las consecuencias emprendedoras en su entorno. El Mercado de la cosecha, una plataforma impulsada por Hijos de Rivera, está detrás de exitosas iniciativas empresariales que persiguen la revitalización económica del rural gallego. Muchas de las firmas que lo integran, promocionadas en los principales foros de gastronomía y salones de gourmets de España, están logrando abrirse camino con éxito en este mercado nacional.

El crecimiento de estas firmas coruñesas punteras, tanto en facturación como en empleo y en infraestructuras fabriles, se produce paradójicamente en un momento el que la industria se encuentra de capa caída en Galicia. Un informe conocido en marzo de este año constataba que el comercio y la hostelería tenían ya más peso en la comunidad que la industria y la construcción juntas y advertía de que la actividad industrial, en claro declive en los últimos años, tiene complicado volver a registrar el 20% del PIB que ostentaba antes de la crisis y que la Xunta se ha marcado como reto para 2020.

La sólida senda del éxito recorrida por estas corporaciones sin apartarse de los valores tradicionales de la empresa familiar como el trabajo, el tesón y el compromiso, empezó a cimentarse justamente cuando se empezaban a desmoronar los ídolos de pies de barro de la riqueza fácil y la especulación que solo dejaron tras de sí un reguero de quiebras, burbujas, colosales deudas y un desempleo galopante. Son, sin duda, el espejo en el que mirarse para dejar atrás de una vez los coletazos de la crisis.