Supongo que la gente menuda no sabrá el origen de L as mil y una noches, esa vieja recopilación de cuentos maravillosos, de animales, de amor, de crímenes, narraciones picarescas, de viajes? originados por la leyenda del sultán persa que, en venganza por la traición de su primera esposa, desposaba una mujer y al día siguiente la mandaba decapitar, hasta que Scheherezade lo entretuvo toda la noche narrándole una historia cuyo final no desvelaba al amanecer y así podía salvarse ella y las futuras víctimas del sultán. Es decir, se trata de lo que hoy llamamos "relatos enmarcados", cada una de las narraciones genera nuevas tramas, una lleva a otra antes de conocer el desenlace.

En esa fuente hemos bebido relatos como Aladino o Las aventuras de Simbad el marino aunque no sepamos con certeza si pertenecen a Las mil y una noches; tres grupos de relatos originarios seguramente de la India, Persia, Siria, China y Egipto; hasta que la primera versión expurgada de adulterios y hechos de sangre aparece sobre 1700.

Yo no sé a ustedes qué se les pasa por el magín; pero para mí que el presidente Rajoy y sus más estrechos colaboradores tienen un ejemplar de Las mil y una noches como libro de cabecera, arropando los ejemplares del ideólogo Popper, inoculado por el llamado, cordialmente, "obispo" Romay Beccaría.

Ya estarán los malvados pensando que digo esto porque en muchas ediciones de la famosa recopilación se incluye el relato de Alí Babá y los cuarenta ladrones; por supuesto que no es esa mi intención; de sobra sé que los que hagan identificaciones, a su libre albedrío, son responsables de sus consecuencias -incluso de las penales-; no seré yo el que diga que los relatos encadenados que desde hace meses, qué digo meses, años, se dejan leer y oír sobre los negocios del partido del señor Rajoy en Madrid, Valencia, Galicia?, entre otros paraísos populares son nada trasparentes a la justicia. Es más, insisto en que a los encadenados no hay que ponerlos en libertad, pero sí imponerles la Gran Cruz de Isabel la Católica, para "premiar aquellos comportamientos extraordinarios de carácter civil, realizados por personas españolas y extranjeras, que redunden en (?) favorecer la cooperación de la Nación Española con el resto de la Comunidad Internacional".

No creo que a ningún biempensante con vecindad en estas tierras, o en el exilio, tenga duda alguna duda de que las relaciones económicas con el principado de Andorra, Gibraltar, Suiza, Panamá y muchos paraísos más, de cuyo nombre querría acordarme, son extraordinarias, después de haber colaborado intensamente, nuestros ínclitos vecinos, a su prosperidad. Consuélense al saber que la traducción del árabe es demasiado literal, ya que "mil y una" significa "muchas". Supongo que la buena de Scheherezade hubiese preferido tener un plasma para contar los cuentos, pero?