Quizás porque estamos limitados en el tiempo y en el poder, los seres humanos somos sociales y encontramos en los demás, en los que nos rodean, la solución a esas limitaciones naturales. Existimos gracias a nuestros padres, que cómo bien escribía hace poco una colega, festejando el día de la madre, el ser hijo de una mujeres lo más en común tenemos todos los hombres. Si ignoran el hecho de la limitación, algunos dirán que la naturaleza humana es caprichosa, porque queriendo tener hijos no lo consiguen, y cuando no se acepta lo que viene dado se empeñan en complicados artificios, o lo que es peor, en prácticas antihumanas. Y al revés, porque detecto ahora una campaña antimaternal. Tener hijos te limita, es un engorro escriben y predican madres que han criado retoños; otras que han renunciado deliberadamente a la maternidad así se exhiben; leo que tener hijos es un factor más de pobreza y exclusión. Frente a estos postulados vemos a mamás acarameladas con sus bebés, sabemos de los beneficios de disponer, ahora y sobre todo mañana, de unos hijos; de las ansias de perpetuar la familia. Y estos comportamientos nos resultan más naturales.