"Me siento más cómodo cuando me declaran persona non grata que cuando me premian. En el primer caso sé que tengo razón. En el segundo, muy raro por fortuna, dudo de mí mismo".

Juan Goytisolo

Hay veces en las que el folio en blanco se te atraganta media hora, mientras se te va la olla. Sin embargo otras, se te apelotonan más de cuatro ideas y ya la has jorobado, tardarás más en rellenarlo.

No me digan que al asunto de los chismes de Rajoy no se le puede sacar punta y echar unas risas a su costa, más que nada por no llorar; porque se le acumulan los supuestos cotilleos y no será capaz de hacer tanta faena sin meter más la pata, siempre asesorado por su corte palatina, bendita sea.

Mis hijas ya son mujeres; pero recuerdo haberlas estimulado para que la lectura formase parte de sus vidas, creo no haber fracasado en eso. Fueron precoces en la literatura fantástica -M. Ende, Tolkien?- que nunca me ha gustado. Los clásicos que consume la princesa Leonor creo que los leyeron más tarde; en fin, un chasco más en mi biografía. También confieso que solo consumieron el cine de consumo en las salas de palomitas, siempre que su madre o su tía las llevasen; pese a mí son buenas aficionadas y una de ellas se ha doctorado en esto del cine. Confieso que no recuerdo haber acabado de ver ninguna película de Kurosawa, ni de que la hubiese habido en casa a su disposición. Seguro que es otro error mío.

Lo que es cierto es que me vieron poner el viejo vinilo, que cumple medio siglo, de Sgt. Pepper's, los corazones solitarios que revolucionaron la historia de la música hilvanando aquellos trece temas que marcaron la forma de vida de muchos adolescentes de la década siguiente; aquella portada con Oscar Wilde, Marilyn, Dylan, Marlon Brando, Karl Marx, Edgard Allan Poe y 50 más acompañando a los cuatro, enjaretados con casacas psicodélicas. Parece que en este aniversario se han cambiado rostros de la portada, no veo la razón.

Y menos mal que Juan Goytisolo se ha muerto después del reportaje de la princesa, sospecho que, de lo contrario, ya habría leído Señas de identidad. Cuando haga el Bachillerato, conviene que lea el discurso de la entrega del premio Cervantes; corto, sencillo y referido a la convulsa realidad del momento, invitando a la reflexión a los rancios que solo supieron decir que "lucía una corbata muy mal elegida" (Alfonso Ussía) o que "odia a España por ser amigo de los moros" (Juan Manuel de Prada).

Por supuesto habló del compromiso íntimo de los que escriben, no de los que buscan la fama. No defraudó con los nacionalismos, las guerras de las identidades tribales nunca fueron con él.

No hubiese sido Juan Goytisolo si no hubiese hablado de la rebelión contra la injusticia, la corrupción y la desigualdad social, aupada con la imagen de un caballero andante que confunde la verja de Melilla con "encantados castillos con puentes levadizos y torres almenadas", una reflexión muy aguda en este país de miopes.