Con todo el respeto del mundo, tengo que decir que no puedo entender la postura de determinados colectivos, como es el caso de las Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública de Aragón, País Vasco, Galicia o Canarias, así como de la propia Federación que engloba a estas asociaciones, cuando manifiestan su oposición a que por parte de una fundación sin ánimo de lucro, como es la que lleva por nombre Amancio Ortega, haya destinado en concepto de subvención la nada despreciable cantidad de 320 millones de euros para que la Sanidad pública, esa a la que podemos ir los españoles de a pie, y se puedan adquirir de la manera más rápida posible toda una serie de equipos para el diagnóstico y tratamiento del cáncer de última generación, como es el caso de los llamados aceleradores lineales, con los que se podrá dar radioterapia de rayos X de alta energía enfocados en la región del tumor del paciente, y de esta manera destruir las células cancerosas sin dañar a los tejidos que existan alrededor y que están sanos.

Además de estos aceleradores, se procederá a la compra de otros equipos, como son aquellos en virtud de los cuales se podrán hacer mamografías digitales con tomosíntesis.

La compra de estos equipos, subvencionados por la Fundación Amancio Ortega, no se hace porque a alguien se le ocurrió una noche que no podía dormir, eso era lo que se necesitaba como equipo más urgente y del que se carecía en la mayor parte de las comunidades autónomas. Se llegó a ese acuerdo después de intensos contactos y conversaciones con los que saben, los profesionales de la Sanidad pública de cada comunidad.

Los 320 millones de euros van por tanto destinados cumplir con uno de los fines que constituyen el objeto social de la Fundación: "Mejorar la calidad de la vida y facilitar soluciones desde la igualdad de oportunidades".

Para los que integran esas asociaciones, a las que me he referido con anterioridad, les diré que en España hay más de 200.000 personas diagnosticadas de cáncer, y que el 60% de ellas precisan tratamiento por radioterapia en algún momento de su evolución.

Desde este pequeño espacio que me ofrece LA OPINIÓN, quisiera transmitirles a todas aquellas personas que integran la Fundación Amancio Ortega mi más sincera felicitación y agradecimiento, en mi nombre y en el de miles de enfermos de cáncer a día de hoy, o que en un futuro puedan verse padeciendo semejante enfermedad, porque gracias a esa entidad nos da un rayo de esperanza para su posible curación.

Nunca olviden, miembros de las asociaciones en Defensa de la Sanidad pública, como aquellas otras que defienden la Enseñanza pública (entre los que me encuentro), que la subvención va destinada a hospitales públicos, que podrán disponer de 290 equipos de última generación, que si tuviéramos que esperar a que fuesen comprados con dinero que saliese de los Presupuestos Generales del Estado no se pueden ustedes imaginar la cantidad de personas que se habrían muerto por el camino. Ojalá existieran más mecenas en este país que dedicasen tanto esfuerzo a la cultura, a la infancia, a la juventud, y a colaborar con las instituciones españolas, como lo hace la Fundación Amancio Ortega, y todo ello, gracias a los miles de puestos de trabajo que Inditex ha creado en España y a la riqueza que se deriva de ser una de las mayores empresas exportadoras.

¿Hay quién dé más? Pues bienvenido sea, anímense y siéntense a la mesa.