Hace años tuve que entrevistar al Cardenal Tarancón en el aeropuerto de Barajas, a punto de viajar a Roma para participar en el Sínodo de los Obispos. Cuando nos dirigíamos a la sala de prensa, el ascensor que nos conducía se trabó un buen rato. Uno de los periodistas que nos acompañaban dijo: "Lo malo es que el mecánico es comunista". El Cardenal le atajó: "No importa si es buen mecánico". La anécdota viene a cuento a raíz de la inoportuna y mal argumentada decisión de la Diputación de La Coruña de prescindir de los docentes salesianos, tras 75 años de labor pedagógica y formativa en el Hogar Calvo Sotelo, tarea calificada de anacrónica "en los tiempos que corren", a tenor de las declaraciones del titular de la Corporación provincial, Valentín González Formoso. La decisión resulta más inoportuna, cuando el ayuntamiento coruñés acaba de concederles la Medalla de Oro de la Ciudad, por su labor educativa durante los últimos cien años. La educación no puede ni debe ponerse en manos radicales porque aumenta la flaqueza del sectarismo, poco rentable en el buril de la democracia, si la política intercede en zonas del saber o del hacer humanos. Es aconsejable hablar menos de política y más de educación, que es una de las claves de la vida y del conocimiento. Por la sencilla y callada entrega de los salesianos al menester socrático de ayudar en la formación profesional de tantas generaciones de jóvenes coruñeses, en una zona suburbial muy agradecida, la Diputación debe reconsiderar su equivocada decisión. Rectificar es de sabios.

Otrosí digo

La llegada de una supernova cultural a la Diputación se hizo notar al limitar al vernáculo el premio literario Torrente Ballester, instituido por la corporación provincial en 1989, autor cuyas obras están la mayoría en castellano, algunas universalmente conocidas, como Los gozos y las sombras, ambientada en Galicia. El socialismo, que gobernó largos años en la Diputación coruñesa, a cuya organización pertenece su actual titular, nunca llevó a cabo medidas tan llamativas. La cultura en manos de radicales empequeñece a la propia Cultura.