Justo hace una semana convení con mi médico que iba a dedicar el minuto próximo a Ignacio Echeverría por su sacrificio, pero especialmente a su familia porque se lo merecen. Para todos los que hemos seguido los pormenores del reciente atentado ocurrido en Londres en el que Ignacio sale en defensa de una de las víctimas, opino que el comportamiento de los padres y hermanos de Ignacio ha sido un ejemplo de grandeza familiar pues han sabido aguantar con entereza, ni un mal gesto en tan larga agonía sin saber nada cierto del hijo y hermano, angustia a la que se han visto sometidos por formalismos policiales ingleses. Bastantes nos hemos planteamos y comentamos con acritud cómo nos habrían calificados los tabloides británicos de haber ocurrido esa dilación aquí. Ya se sabe que cuando hay escasa información crecen los infundios, los bulos y las peores sospechas. Pero todo eso es ya agua pasada. La serenidad y dulzura de la hermana ante los informadores agradeciendo las explicaciones de los forenses y la templada presencia de los familiares me sirven del mejor envoltorio al suceso. Y obligada la referencia al funeral de unos católicos practicantes. Qué gran ejemplo de una familia admirada.