Creo, querida Laila, que la ciudadanía española no se enteró de la conmemoración de las elecciones democráticas del 15-J de 1977 hasta el mismo día de la celebración, el pasado 28, cuando vio las imágenes en televisión. Es decir, de esta conmemoración la ciudadanía estuvo ausente. Como también lo estuvieron los ciudadanos y ciudadanas que lograron con su lucha, su riesgo y su esfuerzo que aquellas elecciones fueran posibles. Lo más que se hizo fue citarlos como meras comparsas. Fue un ritual meramente institucional en el que los ciudadanos fueron meros espectadores. Sorprendidos y asombrados espectadores, dados los resultados. Fue una fiesta de mandarines donde se daban jabón y medallas unos a otros por méritos que no eran fundamentalmente suyos, sino de todos aquellos que los habían colocado en el lugar adecuado, en el momento oportuno. Quizá por todo esto la cosa resultó un fiasco y un chasco, es decir, un fracaso y un engaño.

El fracaso fundamental fue la ostensible marginación de las víctimas del franquismo y de los luchadores por la democracia y por las libertades, cuando la cosa suponía un riesgo vital. Fue chocante sobre todo que la representación de estos ciudadanos y ciudadanas tuviese que hacer su particular conmemoración en el cuarto de atrás, en el trastero de la casa de la soberanía popular con muy escasa presencia cuantitativa y cualitativa de cargos públicos. Esto sirvió, al menos, para poner de relieve, por contraste, la fatuidad de la ceremonia institucional. Como también resultó un fracaso el incomprensible error de marginar al Rey emérito, claramente de los suyos y en contradicción con las medallas y méritos que le colgaron por su papel en la transición, tan abundantes como hiperbólicos. Segundo error que ahora les está sirviendo para tapar el primero y primordial. Fracaso fue también un discurso real plagado de manipulaciones históricas cuya mayor sorpresa fue que la Corona llamase dictadura a la dictadura después de 40 años. Hasta Machado debió removerse en su tumba cuando el Rey interpretó torcidamente y dijo que fueron las dos Españas, y no una como el poeta dejó clarito, las que le helaron el corazón. Y estas cosas ya no son solo fracaso sino también engaño, es decir, fiasco y chasco.

Recuerda, querida, como los nuevos partidos, por esgrimir su afán reformador y regenerador, fueron tachados de "adanistas" desde la vieja política, aludiendo al vicio de tantos fundadores que creyeron que con ellos empezaba la historia. Pues bien, parece que el adanismo políticamente intencionado fue inspirador principal de esta conmemoración. Primeras elecciones democráticas llamaron a las del 15-J de 1977, como si antes no hubiese habido otras. Así reza el título de la exposición conmemorativa que los Reyes inauguraron en el Congreso de los Diputados: "40 años de las primeras elecciones democráticas". No me cabe ninguna duda que con ello se pretende tapar, eclipsar o desvirtuar, antes que nada, todas las elecciones del periodo democrático de la Segunda República, con lo que también se le quita hierro al golpe de Estado franquista que provocó una guerra civil, con un millón de muertos, y que generó una dictadura, con cientos de miles de represaliados, muchos de los cuales continúan enterrados y despreciados en las cunetas de nuestros caminos. Mientras tanto se mantiene y sostiene con dinero de todos un mausoleo que rinde público homenaje al dictador. Para esto y por esto no votaron los ciudadanos el 15-J de 1977.

El año que viene cabe conmemorar los 40 años de la Constitución. La mejor manera de conmemorarlo sería votar por fin su reforma. Seguro, querida, que así se evitarían otro chasco y otro fiasco.

Un beso.

Andrés