Los viajeros realizan anualmente casi cinco millones de desplazamientos en transporte interurbano entre A Coruña y algún concello de la comarca y la Compañía de Tranvías contabiliza en el mismo periodo unos veinte millones. Según los datos del plan de movilidad, en un día laborable se registran 167.795 viajes entre la ciudad y los municipios del consorcio. Solo un 8,94% se realiza en autobús; más de 149.000, en coche privado. Los porcentajes de la dependencia del automóvil particular son abrumadores y desnudan las vergüenzas de la construcción del área metropolitana y de unas políticas de movilidad impropias que no han sabido acompañar en las últimas décadas el crecimiento de una área de 400.000 habitantes que constituye el motor económico de Galicia.

Ante la falta de voluntad del Gobierno central y la Xunta de apostar por el tren de cercanías, el autobús se presenta actualmente como la única alternativa de transporte público colectivo. El Gobierno gallego ha decidido, casi completada la segunda década del siglo XXI, impulsar los desplazamientos de los vecinos de la comarca en autocares de las concesionarias metropolitanas. Creó la tarjeta metropolitana para que se pudiesen beneficiar de descuentos similares a los que ya existen desde hace años en la Compañía de Tranvías. Y ahora prepara la entrada de los autobuses de la comarca al centro de la ciudad, con la que evitar el efecto disuasorio de los transbordos a la hora de desplazarse al centro.

La primera versión de este plan se presentó en junio del año pasado, tres meses antes de las elecciones autonómicas y unos días antes de las elecciones generales de junio. La conselleira de Infraestruturas, Éthel Vázquez, se sentaba en una mesa acompañada exclusivamente por el delegado territorial de la Xunta, Diego Calvo, anunciando la puesta en marcha inminente de un proyecto que afecta a dos decenas de municipios. En un primer impacto, la rueda de prensa causó, sobre todo, estupor entre los alcaldes de la comarca y del Concello coruñés que, aunque a favor de desdibujar las fronteras administrativas y no reales en movilidad y otras materias, criticó el proceder unilateral de la Xunta al tratar de implantar, con prisas y en época pre electoral, un proyecto que afecta a los flujos internos de la ciudad, con conocidos problemas de tráfico internos. Tanto desde la ciudad como de otras casas consistoriales vecinas, que llevaban años demandando una medida así, exigieron a Vázquez una coordinación efectiva con la Administración local.

La Compañía de Tranvías, la Asociación de Consumidores y Usuarios y los taxis también se posicionaron en contra del documento, criticando carencias en sus estudios de movilidad y augurando problemas de circulación por la acumulación de autocares en zonas como la plaza de Ourense, congestionada desde la apertura del túnel de La Marina y cuya nueva situación se excluía de los informes autonómicos. El Concello le reprochaba, entre otros asuntos, que el plan ignoraba la futura intermodal y que la Xunta le impusiese obras en paradas sin consultar y sin comprometer financiación para ellas.

Infraestruturas levantó el pie del acelerador, puso en la nevera su proyecto y acabó articulando medidas de coordinación, como una mesa técnica para sacar adelante la medida en conjunto. Fruto de las reuniones, el nuevo documento de la consellería incluyó enmiendas de los ayuntamientos metropolitanos y también del Gobierno municipal de A Coruña. Finalmente serán 39 las líneas que penetrarán en la ciudad pero se suprime la segunda fase proyectada por la Xunta: la inclusión de los autobuses procedentes de fuera de la comarca e incluso de la provincia.

El desbloqueo tras la reunión de hace un mes entre el alcalde de A Coruña y la titular de Infraestructuras ya da sus frutos. La Consellería ya ha iniciado la reforma de la parada de la plaza de Ourense junto al puerto y finalmente empezarán a probar la llegada de autobuses al centro a finales de agosto o en septiembre.

Pero la trascendencia del proyecto va más allá de la movilidad, justo en el momento en el que el Concello de A Coruña lidera un proceso para la construcción del área metropolitana para el cual se precisa, sí o sí, la colaboración de la Xunta. Siendo la movilidad uno de los ejes clave del área metropolitana, el cambio de rumbo del plan, que pasó de la contestación a la coordinación técnica y política, señala meridianamente el camino institucional a seguir para la etapa que se abre en la comarca. Una etapa que puede ser histórica si no se pierde en partidismos y luchas de poder y si hay suficiente altura de miras por parte de todos para desterrar la tesis de que es imposible empujar proyectos vitales en conjunto cuando las administraciones son de distinto color.