Comenté a mi hermana que con el visto bueno de mi farmacéutica, de toda confianza y con años de dispensarme medicamentos, he reducido la toma de Omeprazol, el protector digestivo que desde hace años tomaba a diario; ahora lo reduje a días alternos, con la intención de irlo rebajando hasta, si es posible y no surgen complicaciones, eliminarlo de mi ración diaria de pastillas. En esta decisión algo han influido las recientes informaciones sobre los perjuicios de la ingesta permanente del Omeprazol. Recordaba yo aquellas épocas del Tagamet, la cimetidina, en que las tomas no eran tan continuadas como ahora. Tras comentar mi decisión con mi hermana Lita, ella, con mucha parsimonia y sin darle la mayor importancia, empezó su enumeración y contamos hasta 15 píldoras diarias en desayunos, comidas y cenas, y a todo ese bagaje medicinal habría que sumar los colirios e inhaladores que debe aplicarse. ¿Es un exceso o son realmente necesarias tantas sustancias añadidas a nuestro organismo? ¿Tan deteriorados estamos? ¡Qué contentas y cómo se deben frotar las manos las firmas farmacéuticas!, es una de las reacciones que nos vienen primero a la cabeza. Quizás una más frecuente consulta médica pueda paliar tal desmesura.