Buenos días. ¿Se dan cuenta de que este es el último artículo del mes de julio? Si no hay novedad, el próximo miércoles volvemos a leernos, pero entonces ya será día 2 de agosto. El tiempo corre, viento en popa, y nunca mejor dicho si uno observa la evolución de un buen puñado de veleros en la ría, donde algunos de ustedes pasan su tiempo de solaz. Al tiempo, los chavales están de vacaciones escolares, o apurando el tiempo para enfrentarse a los exámenes de la convocatoria de septiembre, con el ánimo y el sueño de la repesca de cara al curso que viene. Buen mes de agosto deseo a unos y a otros, en la medida de lo posible...

Precisamente vuelvo a la carga con un tema en el ámbito educativo, ya saben que uno de mis favoritos. Y lo hago a la luz de un tema hoy muy de moda, sobre el que les aseguro que corren ríos de tinta y en el que, por cierto, hay opiniones para todos los gustos. Para simplificar, fijémonos en una materia concreta. Por ejemplo, las Matemáticas, ese mundo plástico, redondo y lleno de belleza que, sin embargo, muchos de nuestros conciudadanos perciben como árido, incomprensible y hasta desagradable.

Corren vientos, hace ya muchos años, de que es importante, de alguna manera, "gamificar" las Matemáticas. Es decir, simplificando mucho y con permiso de los teóricos de la cuestión, procurar un acercamiento a esta rama del conocimiento desde determinadas dinámicas de juego que puedan motivar al joven educando, haciéndole más atractivo el contacto y la comprensión de lo propuesto. Es bien cierto que la tecnología, que ha multiplicado casi hasta el infinito las posibilidades dentro y fuera del aula, hace razonable y hasta imprescindible que pensemos en diferentes maneras de enseñar, mucho más allá de la clase magistral y el profesor y el libro como únicos recursos didácticos... Pero la neurociencia y la pedagogía van en ocasiones mucho más allá, y nos presentan la enseñanza del futuro, en ocasiones y para algunos autores, casi únicamente como un conjunto de experiencias epatantes y altamente gratificantes, muy lejos de los presuntos esfuerzos y sudores del pasado...

¿Esto es así? Pues no para todo el mundo... Porque también es posible leer opiniones autorizadas que hablan de determinadas modas pedagógicas hoy, que propugnan una completa asunción de lo antiguo, lo viejo, como obsoleto y fuera de lugar, sin que esto sea ni automático ni siempre verdad. Hay quien dice que gamificar -convertir o dar la apariencia de juego- es un recurso más, pero que al final un teorema es un teorema, y una proposición, una proposición, y que técnicas como la reducción al absurdo, la inferencia o la deducción han de ser explicadas de forma fiel y rigurosa, como se ha hecho siempre.

Pues ustedes verán... Yo aprovecharé el verano, ya se lo confieso ahora, para seguir leyendo sobre la cuestión. Pero a día de hoy, y después de no pocos textos y debates, me pillan un tanto en el medio. Creo, efectivamente, que la revolución tecnológica nos da mil herramientas, antes directamente inexistentes, para abordar la magia de la transmisión del conocimiento entre educador y educando, o incluso entre educandos, como expresión de los trabajos cooperativo y competitivo, que siempre son complementarios. Pero, también, creo profundamente en que no debemos caer en una suerte de loca espiral de "renovación porque sí", a cualquier precio. Que lo antiguo, si es de calidad y tiene un propósito, fue bueno ayer y seguramente seguirá siendo aprovechable mañana. Y que, paralelamente, no podemos ni debemos cerrarnos a las posibilidades del nuevo paradigma tecnológico, pedagógico y científico.

Quizá "gamificar" sea óptimo, sobre todo, para un primer acercamiento desde estadíos donde e alumno precisa un impulso extra para entrar en el fantástico mundo del conocimiento. Quizá para esos primeros cursos, donde el educando a veces se rebela contra la aventura del saber, o cuando no tiene demasiados mimbres para entender su porqué. Pero, una vez en materia, el rigor es el rigor, y convertir la realidad en más dulce, más algodonosa o más fofa no hará demasiado favor al futuro profesional o científico. Hay que saber abordar también la esfera del conocimiento en las disciplinas STEM -Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática- desde toda la potencia de un formalismo impecable y una lógica implacable, que deja poco margen para la improvisación, y que transmite una visión serena y sólida de un mundo inextricable, por descubrir, comprender y ampliar. Explicándolo bien, por supuesto y por descontado.

Ya ven, todo un mundo, con infinitas corrientes y escuelas de pensamiento. En mi caso no es, en absoluto, aquello de "la letra con sangre entra". Pero tampoco podemos, a base de simplificar, fragmentar, envolver y deconstruir el mensaje, renunciar a su verdadera potencia y hasta contundencia. En el equilibrio está la virtud, y por eso es bueno que al educando le asista en la tarea un buen virtuoso. Y, por suerte para mí, estos días tengo la suerte de departir con algunos de esos buenos equilibristas, funambulistas y hasta prestidigitadores...