Estamos asistiendo en los últimos días a unos comportamientos por parte de grupos minoritarios de nuestra población, que más bien parecen sacados de una novela de ciencia ficción en un país de desnortados, insolidarios, cafres y analfabetos, como son aquellos que se dedican, entre otras actuaciones, a echar botes de humo en lugares abarrotados de turistas, o destrozar una buena parte del mobiliario existente en la zona, así como a pintar y grafitear las paredes de los inmuebles, con frases como la de: Tourist go home.

Por los datos de que disponemos, este comportamiento no es exclusivo de nuestro país, particularmente en toda la franja costera mediterránea entre Barcelona y Málaga, pasando por las Baleares, sino que también es propio de otras zonas y ciudades turísticas, como es el caso de Berlín o Venecia.

El grupo de desnortados, cafres y analfabetos, que tales acciones cometen, se apoyan en las muy respetuosas quejas de vecinos de los barrios donde a partir de determinadas horas, sobre todo por la noche, el descontrol en la ingesta de bebidas alcohólicas y el consumo de estupefacientes es algo habitual y cotidiano. Ante tales situaciones, los vecinos de esos "lugares de marcha", se ven imposibilitados para poder descansar o inmersos en unos actos de violencia, que van a impedir llevar una vida con normalidad y convivencia familiar.

Concretamente en Palma, El Junquet y el Paseo Marítimo, han sido catalogados como áreas de intervención contra el consumo excesivo de alcohol entre la medianoche y las ocho de la mañana. A los que infrinjan se les podrá castigar con multa, que puede llegar hasta los tres mil euros.

Por supuesto que el derecho de todo ciudadano, entre otros, a descansar y a gozar de seguridad han de ser derechos irrenunciables y que en ningún caso pueden verse alterados por el comportamiento irracional de unos cuantos, pero ello no puede ser justificación para que alguien pretenda que dichas actuaciones se evitarían con que nos dejasen de visitar millones y millones de turistas, que escogen nuestro país como lugar en el que pasar sus vacaciones y los correspondientes días de descanso, dejando tras de sí una buena e importante cantidad de dinero, gracias al cual nos encontramos en la posición económica en la que estamos, y que si no fuera por ellos, nuestros datos macroeconómicos serían otros muy distintos.

En el año 2016 nos han visitado más de 75 millones de turistas, un 10,3% más que en el año 2015, cifra que no ha dejado de crecer desde el 2009, en porcentajes superiores a cualquiera de las otras potencias mundiales en turismo. Esos mismos turistas, se gastaron en España, la nada despreciable cifra de 77.000 millones de euros, un 8,3% más que el año anterior. ¿Alguien en su pleno juicio puede pensar que no importa a nuestra economía las cifras que acabo de mencionar?