Cuando llegué con mis tres acompañantes a la solitaria playa de Barizo, entre Malpica y Puenteceso, éramos sólo seis las personas allí. Nadie más. Al cabo apareció por un extremo una pareja de excursionistas bien pertrechados, con mochilas y bastones de caminantes, que recorrieron el arenal ignorando a los que nos bañábamos hasta desaparecer por el otro extremo. Al poco tiempo otros dos; también algunos más un rato después; al cabo llegó un buen grupo en similar atuendo, algo más distraídos con nuestra presencia y con el trajín de las olas, que tras cruzar todo el arenal pararon en la plataforma elevada que sirve de acceso a la playa. Al ver la ducha que usábamos, alguno se descalzó y se refrescó los pies. Así surgió el diálogo que calmó la curiosidad. Eran senderistas de una agrupación de Zaragoza que estaban haciendo una ruta de faros gallegos en una semana.

Como base tenían Laxe, y cada día iban a uno distinto, caminando por parajes naturales atractivos, a fuerza de senderos y trochas, fundidos con la tierra y la flora de Galicia, tan distintas de su zona de procedencia. Recientemente ahora se nos ofrece el sendero azul, un trayecto de 12,5 kilómetros, por el litoral de esta ciudad. Está de moda el senderismo. No todo va a ser el Camino de Santiago.