La avispada periodista Emilia Landaluce sostiene que los "gobiernos del cambio" dejarán como única herencia el carril-bici. Como tan neófitos elencos se rigen por idénticas normas de conducta, cabe suponer que la circulación ciclista ciudadana estará cómodamente asegurada en La Coruña si los mareantes se apean de la bici estática. Con el programa festivo a punto de agotarse, conviene reflexionar en aspectos cosméticos a realizar para que nuestra urbe ofrezca su mejor cara. Ha de repasarse la pavimentación de las vías públicas, incluida su señalización; lograr que los jardines de Méndez Núñez y La Rosaleda vuelvan a ser receta indispensable para los paseantes; que reaparezca el tranvía turístico que circunvalaba el paseo marítimo y ofrecía, a la vez, un servicio público utilitario; que el elevador de la calle Troncoso a la Ciudad Vieja entre en funcionamiento y que la Marina, el área más emblemática de la capital, deje de ser un páramo de cemento. Tan elemental lavado de cara debe ser el prólogo obligado del Plan Estratégico de Turismo, del que solo conocemos augurios virtuales. En los gobiernos del cambio gallegos los presupuestos municipales han dejado de ser normas de rigor administrativo. Elaborados en concejalías artificiosas, dotadas de un carrefour de avivados asesores, solo prima en ellos afirmar su dogmatismo orgánico, cual si fueran casuarios revestidos de amianto. Se les identifica por su casual friday y el haber renunciado a la corbata, complemento que consideran carroza e incluso fascista; en su particular criterio de libertad, se sienten incómodos con el cuello anudado. El verano invita al desenfado, al ocio lícito a despojarse de ropa, a lucir a la intemperie, a veces sin reparar en las fuerzas que se exhiben.

Otrosí digo

El último alcalde pepero organizó el turismo funéreo como ilustración de la importancia histórica del cementerio de San Amaro. La necrópolis coruñesa, tanto en su fachada como en su interior, resume el abandono edilicio. La Coruña, sobre todas las cosas, necesita superar el antagonismo del Ayuntamiento con la Xunta y la Autoridad Portuaria que afectan a la intermodal y a la fachada marítima, pendientes de ejecutarse. Lo del Mercado de Santa Lucía y su centro de salud son hechos que avalan la melancolía y la dejadez.