La buena noticia sobre el crecimiento turístico registrado en La Coruña nos obliga a volver la vista hacia Alvedro por el constante desvío de vuelos al no disponer de un suficiente sistema de ayudas a la navegación. Como es obvio, se cumple una vez más el draconiano designio: "Madrid no da lo que la Xunta no pide". Este hecho, prueba del desdén del Gobierno autonómico hacia nuestro aeropuerto, que debiera movilizar a las autoridades locales para poner fin a un grave problema innecesario. Recordemos que La Coruña -además de los desvíos- es la "nodriza" de Lavacolla, labor meritoria no exenta de episodios de interés humano, como el de un grupo de vecinos excursionistas a Tenerife que hubieron de iniciar su marcha desde nuestra ciudad a las cuatro de la madrugada. Por curiosidad, quisiéramos conocer la tarea que desarrollan nuestros representantes en el Congreso y en el Senado en pro de La Coruña y si han presentado alguna propuesta o preocupación pública por Alvedro. También sería relevante conocer la opinión sobre este asunto de la preconizada candidata a la Alcaldía, Doña Beatriz Mato. Una vez más, nos vemos obligados a resaltar la carencia de autoestima de la sociedad local, obligada a emerger del anquilosamiento de sus instituciones y ofrecer una reacción cívica ante tamaño y reiterado agravio. En el orden municipal, los socialistas que sirven de mástil a la Marea (que ha reconocido su precaria gestión al frente del Gobierno de la ciudad) se disponen a negociar mano a mano con D. Xulio, de modo oficioso, los nuevos presupuestos. Es una vieja costumbre socialista dar vueltas y más vueltas para volver al mismo sitio. No se puede aventar el diálogo democrático del hemiciclo donde debe imponerse la circulación plenaria de ideas. Los pactos previos no son otra cosa que hacer lo contrario de la transparencia que proclaman defender.

Otrosí digo

Nuestro alcalde, cumplida más de la mitad de su mandato, no ha conseguido una imagen pública popularmente acogedora, ni tampoco sus asesores han excitado conceptos renovadores que favorezcan y destaquen su presencia pública, incluso en actos de interés ciudadano discutibles. El "conocimiento especial" que requieren las relaciones político-sociales ha de ser el eje que permita visualizar previamente la trascendencia y la plasmación mediática posterior. La justificación proteica de tantos asesores no suele resultar fácil, cuando el protagonista escribe el libreto en primera persona y recalca su particular talante en el escenario.