Finalizado el "mercado persa", esa especie de atijara deportiva en la que los clubes compran in extremis jugadores al peso en una subasta de artificios contables, la feria del balón irrumpe en de nuevo en los despachos y, sobre todo, en nuestros hábitos cotidianos que encuentran en el fútbol una simbiosis de amor y terapia colectiva. Con la temporada futbolística vuelven las retransmisiones radiofónicas y televisivas, en las que el desenfado narrativo de la locución no considera que el léxico sin rigor resta autoridad y competencia. La narración deportiva no puede reducirse a la vulgaridad, cuando en su herramienta, el lenguaje, cada letra y cada combinación son correspondientes con un sonido. Haber premiado a los locutores que más gritan llama la atención, cuando en los relatos balompédicos hay ingredientes tan atractivos como sugerentes para evitar, en ocasiones, carencia de recursos intelectuales y, en otros, calibrar la audacia de los que con escasas alforjas aceptan responsabilidades ante micrófonos o cámaras. La otra cara son los exotismos verbales: "cantinflear" sin gracia o el exceso de algunos comentaristas interesados en ofrecernos farragosas lecciones tácticas, como si se tratase de una escuela de entrenadores, que suelen distraernos de las realizaciones televisivas. Las retransmisiones deportivas son de una emoción ilimitada, donde la palabra sirve para que el espectador, en este caso el oyente, acepte lo imaginario como real. En el campo televisivo, las realizaciones en España son excelentes, aunque añoremos a comentaristas tan afamados como lo fueron José Félix Pons, Matías Prats, Enrique Mariñas y José Ángel de la Casa, este específicamente en el campo televisivo. La feria del balón, repetimos, se ha iniciado con la urgencia institucional de pasar página a la "era Villar", cuyo aventado prontuario aconseja una cirugía sin anestesia.

Otrosí digo

Hace pocos días hubo una reunión en la residencia del Sr. Roures, el "hombre televisivo de nuestro fútbol", a la que asistieron Pablo Iglesias y calificados dirigentes de la ERC catalana. A renglón seguido, el Sr. Roures fue entrevistado en un canal de televisión de alcance nacional. Locutores, presentador y varios tertulianos, asiduos, al parecer eran "colaboradores" profesionales de emisoras y canales dependientes del propio Sr. Roures. Y se notaba.