Se calcula que 200.000 visitantes llegarán al puerto de La Coruña el presente año en los grandes cruceros que arriban cotidianamente, que le permitirán alcanzar el liderazgo atlántico peninsular. De aquellas motonaves, que albergaban amplias colecciones de adioses, silenciadas sus sirenas y los hierros de sus fondos prestos para la chatarra, hemos llegado a la visita diaria de enormes trasatlánticos cuya presencia atrae y emociona por la lejanía que albergan sus entrañas. Al doblar la Torre de Hércules, la arribada despierta la fascinación de sus pasajeros al contemplar la inmensa fachada de cristal donde se espejea el burbujeo de la ciudad en la que las gigantescas naves no solo echan sus anclas sino que se incrustan en el paisaje urbano. Los millares de turistas se lanzan pronto a las calles para disfrutar del vivir jocundo y reidor de una ciudad que confraterniza familiarmente con sus heterogéneos huéspedes. Este multitudinario trasiego humano no goza de conmemoraciones jubilares o profanas subvencionadas, ni de instalaciones espectaculares costosísimas y perecederas. Es la consecuencia habitual de un pueblo que navega todos los días como si el cosmopolitismo fuera su sino. Hoy el puerto de La Coruña ofrece una postal más atractiva; la Palloza ha perdido el salitre, tras haber convertido el antiguo lazareto de Oza en fondeadero de pesca y la Dársena es un muelle deportivo y de trasatlánticos. Punta Langosteira, rompeolas del Atlántico, puerto refugio, cuyo tráfico incesante de mercancías es de los más activos del norte español. Resta la conexión ferroviaria que la ligereza de una ministra de Fomento dejó inexplicablemente en el olvido.

Otrosí digo

Frente a quienes consideraban un despilfarro la construcción del puerto exterior, ya en creciente actividad, confirma la vieja idea de quienes por su alejamiento del litoral no tienen voluntad ni curiosidad de enterarse más allá de lo que se ofrece superficialmente. En la actualidad hay quienes todavía culpan al alcalde "picheleiro" de la mengua experimentada en el balance turístico y la baja constante de Lavacolla. Ignoramos la razón que les asiste pero de lo que no tiene responsabilidad su alcalde 2.0 es que los peregrinos no lleguen en avión.