Con el telón de fondo de la sentencia del Supremo acerca del futuro del edificio Fenosa, el alcalde coruñés nos recuerda, en una entrevista, la renuencia de la Xunta hacia el proyecto del Área Metropolitana, víctima del celo de los políticos, ese alcaloide inflamable que les invade cuando creen sentir cercado su poder. Sucedió en tiempos del bipartito y seguirá el mismo recorrido si los gobernantes locales no miden su situación ante ámbitos de decisión que les son ajenos. La sentencia del Supremo es un aldabonazo a la política urbanística del gobierno municipal socialista, regido por don Francisco Vázquez, alcalde populista a su medida, que impulsó el crecimiento de La Coruña en términos cuasi espectaculares. Don Paco fue, asimismo, un alcalde cómodo en el capítulo de Obras, fue un alcalde pegado a la broca que contó siempre con la colaboración del concejal responsable, en este asunto (Fenosa) el señor Fernández Moreda. Otro tema de actualidad, el ofimático, ha sido desvirtuado. Don Paco había elegido el modelo Hong Kong, al parecer ahora en el limbo. El edil de la Concejalía de Regeneración Urbana y Derecho a Vivienda está enredado en un laberinto de obras sin resolver, entre la que no es menos importante dotar de suministro eléctrico al complejo. El ansia revisionista de los mareantes en el poder y la común anáfora de culpar a los anteriores pone al descubierto la práctica de algunos municipios de haber elaborado, con minucioso esmero, proyectos que pretendían poner a sus diseñadores al margen del riesgo de terminar en cualquier incómodo destino. En la gestión municipal, hay que evitar de modo riguroso utilizar prácticas ajenas a la ley. Quien lo haga lleve la penitencia en el pecado y acabe sucumbiendo por el pecado o por la penitencia.

Otrosí digo

Insinuar que el tema Fenosa tenía el aval de los técnicos es una disculpa sin sustancia. Estamos ante la gestión del "gran alcalde" socialista que puso a su antojo el mapa urbano de La Coruña, fiel al paradigma de encajar la gestión pública y el trabajo servicial. Tantos años en el cargo se había inventado un mundo propio.