Han transcurrido unos cuantos días desde que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya de Santamaría, en referencia a cómo se habían desarrollado las sesiones del Parlament de Cataluña bajo la presidencia de la señora Carme Forcadell, dijo: "La democracia ha muerto".

Una vez que escuché semejante "sentencia", de boca de una persona que ocupa tan elevado puesto en la Administración del Estado, no pude evitar que me viniese a la mente aquella parte de aquel discurso pronunciado por Emilio Castelar, republicano y presidente del Ejecutivo, que era como se denominaba en esa época al presidente de la República, porque estaba vigente la Constitución de 1869, que establecía que la forma de Gobierno en España era la Monarquía. Pues bien, en ese discurso al que pretendo referirme, es el que pronunció en las Cortes con motivo de la huida del rey Amadeo de Saboya, y que me permito transcribir: "Señores con Fernando Vll murió la monarquía tradicional, con la fuga de Isabel ll, la monarquía parlamentaria; con la renuncia de Amadeo de Saboya, la monarquía democrática; nadie ha acabado con ella, ha muerto por sí misma, nadie trae la República, la traen todas las circunstancias, la trae una conjuración de la sociedad, de la naturaleza y de la Historia". A las tres de la tarde del 11 de febrero de 1873, el Congreso y el Senado constituidos en Asamblea Nacional, proclamaron la 1ª República por 258 votos a favor y 32 en contra.

Estoy convencido de que todavía no llegó la hora ni el día para que sea proclamada la República en Cataluña, y espero y confío que ello no ocurra porque, pese a las nulas o escasísimas razones que nos han transmitido los distintos representantes políticos de las diferentes fuerzas que operan en Cataluña, lo que hace que no tengamos los españoles una idea meridiana de los beneficios o perjuicios que se podrían derivar de tal decisión, estoy convencido de que no resultaría beneficioso para la referida nación, que se independizase del resto de naciones que constituyen España. De la misma manera, considero que aunque se llevase a cabo el discutido referéndum con la participación de los ciudadanos catalanes, el resultado final no sería favorable a la autodeterminación, si bien la distancia entre los partidarios de uno u otro recorrido no sería grande.

En cualquier caso, ocurra lo que ocurra de aquí al 1 de octubre, España no va a ser la misma. El cultivo por el cambio en las estructuras del Estado, naciones, comunidades autónomas o nacionalidades ha impregnado los terrenos de cultivo por todo lo ancho y largo del país, y es posible que el cambio además de en las estructuras tenga que venir dado en la propia Constitución de 1978 y en varias de sus normas de desarrollo.

España será diferente una vez que transcurran los días que faltan hasta llegar al último día del mes de septiembre. Es posible que haya adelanto de elecciones en Cataluña y en el Congreso y Senado de España haya que cambiar caras y nivel de representación que en estos momentos ostentan los distintos partidos políticos, pensando sobre todo, en que se van a necesitar unos políticos con capacidad, legitimación y fuerza suficiente para entablar las negociaciones que habrá que llevar a cabo, para poder seguir viviendo en paz y con un orden social más justo y equitativo, y sin tanto aprovechado como hemos visto que han vivido en nuestro país.

Señora vicepresidenta del Gobierno, la democracia no ha muerto ni en España ni en Cataluña, lo que sí se puede hacer es mejorarla, y en eso tienen ustedes, los de su partido, una gran responsabilidad. No sigan cerrando puertas a la supresión de ayuntamientos, diputaciones, chiringuitos de todo tipo y color, reducir la mayoría de edad para votar a los 16 años, reforma de la ley electoral, del Consejo General del Poder Judicial, Tribunal de Cuentas, de la forma de elección de los componentes del Tribunal Supremo, de los directores de las televisiones públicas; cumplimiento de la leyes de dependencia, Memoria Histórica, etc., etc.