Los Presupuestos municipales y los Planes de Ordenación urbana son una especie de chicle que se encogen o se estiran según convenga al equipo gobernante. Las objeciones de la oposición quedarán en una anécdota por el acuerdo establecido entre los mareantes y los socialistas locales que, tras asumir la servidumbre de su amaurosis, se sitúan en el mismo lado de la frontera decisoria. Nuestro alcalde ha presentado públicamente un amplio abanico de proyectos que van desde la posibilidad de derribar el viaducto de Nelle y la creación de un Consejo Local de la Salud hasta la constitución de una nueva Sociedad Portuaria. En los datos que recogemos de LA OPINIÓN del pasado 13 de septiembre, se desgranan con detalle las dificultades que han de superarse para abordar la fachada marítima (venta de los muelles de Batería a San Diego) y la aspiración de que los terrenos del litoral urbano continúen siendo de utilidad pública. En la estrategia se dice que existen errores de planteamiento y una maraña de entresijos legales y técnicos a resolver. El hecho de que el asunto haya de pasar por el fielato de la Xunta no será tan sencillo como lo de "cuadrar agendas" al estilo de Puertos del Estado, donde la renuencia de su director general parece envuelta en el recurrente "té y simpatía" de los diplomáticos. Pensar en un Consejo Local de la Salud, sin haber resuelto el Centro Sanitario del Mercado de Santa Lucía, tiene carácter de poesía urbana. Hay otros temas cercanos, más inmediatos, como la Intermodal, la "humanización" de la avenida de Alfonso Molina, la limpieza de algunos Colegios municipales y no demorar más la "soledad" de la explanada en que está convertida la avenida de la Marina. Son temas a resolver con más prioridad que embarcarse en aventuras equinocciales.

Otrosí digo

La línea torzal que une a mareantes y socialistas municipales tiene, en algunos casos, carácter de supervivencia. Los socialistas coruñeses hacen lo que pueden para merecer la benevolencia pública ahora que los compromisos son frágiles y contingentes. Han pulsado todas las teclas de la interinidad de sus mandos nacionales y da la sensación que luchan más para resistir que para servir.