Nuestro alcalde vuelve a insistir en la constitución del área metropolitana de La Coruña, y se dispone a ejercer de demiurgo, tarea engorrosa dadas las dificultades que la empresa requiere, porque su futuro está en otras manos y son otros quienes manejan los tiempos en función de su propio provecho político. Gastar energías, ante horizontes cuasi inalcanzables, no reverberan atisbos de eficacia. Los cónclaves, a los que don Xulio cita a los alcaldes de la periferia no rezuman aromas de unanimidad; semejan un catálogo de políticos de inventiva, más interesados en su propia gestión lugareña y en sus propios intereses. Reiteramos que nuestro Ayuntamiento no puede seguir alicatado por contenciosos con la Xunta y con la Autoridad Portuaria porque, aunque le asistan razones, no facilitan las negociaciones en temas tan relevantes para La Coruña como la fachada marítima, la liberación de terrenos del litoral o la avenida de la Marina, algunos enquistados desde hace una quincena de años. Tampoco suele ser buena receta seguir juaneando a la oposición con el falsete de imponer políticas que no acreditan la actividad municipal. Sin embargo, se detectan síntomas de amiguismo en determinadas concesiones, endogamia que no avala la biblia de cualquier lechuguino. Los mareantes, en su articulada alianza con los socialistas, no pueden estar obligados a orientar la vista en una sola dirección, cuando al PSOE troncal no le importa cambiar el rebozo en su chalaneo con el PP. Nuestro alcalde debe descartar objetivos aleatorios y centrarse en traficar con certezas inmediatas, tales como instalar un ascensor o una escalera mecánica, para mejor comunicación cotidiana de los vecinos de Ciudad de Lugo con la plaza de San Pablo, y evitarles salvar un centenar de escalones. En todos los casos señalados, el lenguaje político ha de ser llano, abierto, sin envolverlo en el plan ideológico que los escamoteadores llaman "formas convencionales". La gestión municipal ha de superar el capítulo cosmético y atender compromisos tradicionales, que exigen una presencia más frecuencia del alcalde en acontecimientos cívicos. Tal vez don Xulio lo ha intentado, pero no le sale.

Otrosí digo

El Ofimático, rememoración del mandato municipal socialista, caracterizado por su relación cercana con promotores de la construcción, sigue registrando problemas, ahora con las licencias para la ocupación de viviendas. La rémora económica, que amenaza con atentar a los bolsillos ciudadanos, sigue sin haberse establecido responsabilidades y responsables. Falta una reacción cívica que no aflora por el virus de la política, representada por algunos rostros públicos, que comunican todo lo contrario de lo que hacen.