La realidad ofrece rasgos estéticos que cumple no tocarlos si, como sucede en Galicia, la Xunta se propone luchar contra el feísmo, campaña que también debiera controlar la afición de algunos políticos, impenitentes viajeros, que gustan de incorporar al acervo de su influencia "detalles" exóticos que han observado en sus peripecias turísticas. Recordamos la pretensión de aquel regidor coruñés que, en su visita a Florencia, quedó prendado de la Ponte Vecchia y tuvo la idea, sin éxito, de instalar una réplica sobre la avenida de Alfonso Molina. A estos turistas convendría ilustrarlos del sabio consejo cervantino: "El que viaja mucho y lee mucho, ve y sabe mucho", al que debiera añadirse "ver, no tocar y, sobre todo, no importar", para evitar que no se instituyan en urbanistas. El arquitecto Busquets, autor del proyecto de la fachada marítima, conocedor del percal edilicio, se propuso no admitir ejemplos de feísmo cercanos copiados de otras ciudades. A don Xulio le agrada tanto descartar proyectos ajenos como meter la tijera o el compás en otros prestos a ejecutarse. Hemos tenido la prueba en el Eidus y, ahora, en la Intermodal, con el peligro, nuevamente, de no ajustarse al plazo para beneficiarse de los fondos europeos. La campaña de feísmo de la Xunta parece iniciarse en el ámbito rural, pero no debemos perder de vista llamativos despropósitos locales. Aquí tenemos la plaza de María Pita, centro existencial y patricio de La Coruña, con el airoso Palacio Municipal, de ordinario convertido en un calandrajo como cartelera de consignas y reivindicaciones. Es un atentado a la máxima de la filosofía arquitectónica "una obra de arte es ante todo un edificio bien construido", ¿para qué tocarlo?

Otrosí digo

Durante la etapa del bipartito se consideró el botellón "un acto de convivencia". Ahora, se utiliza en ocasiones como encuesta cultural. Al bipartito le duró poco su displicencia. Los vecinos afectados por el ruido y demás, organizaron un botellón a la puerta del domicilio del alcalde que ordenó dispersarlo expeditivamente. Mal anda una sociedad cuando cambia la bodega por la droguería.